En cuanto suena el
despertador a las 8 me levanto, porque sé que si sigo tumbada volveré a
dormirme. Hoy tengo que estar en la escuela a las 10 y me lleva casi media hora
llegar hasta allí. Me desperezo y voy caminando hacia el baño situado a un lado
de mi habitación. Me miro en el espejo y vaya pelos de loca que tengo. Le hago
una mueca a mi reflejo y me meto en la ducha. Mmm, que calentita. Me enjabono
el cuerpo con mi gel de coco favorito y me lavo el pelo con mi champú con olor
a fresa. Permanezco unos minutos más bajo la cascada de agua cantando una
canción que se me ha pegado de la radio. Dancing
in the mirroorrr, singing in the showeeer. No sé de quién es pero me pone de buen humor y además
está bastante contextualizada.
Salgo de la ducha y me seco
rápidamente. Me enrollo una toalla en la cabeza a modo de turbante y vuelvo a
mi habitación. Entro en el vestidor y me decanto por unos pantalones negros
ajustaditos y un jersey color beige gordito. Me pongo mis Ugg color teja y
vuelvo al baño a secarme el pelo.
Me maquillo un poco, me
arreglo el pelo con las planchas haciéndome unos bucles en las puntas y bajo a
desayunar. Sara está sentada en uno de los taburetes de la cocina comiendo un boll de cereales y leyendo algo en el ipad.
-Miraaa, Alba –me pasa el
ipad- Ayer estuve investigando sobre James y he recopilado un montón de
información. Resulta que él es originario de Irlanda, aunque lleva varios años
viviendo en Inglaterra. Tiene dos hermanos, uno mayor y otro pequeño. Ha
cumplido el mes pasado 27 años y lo mejor de todo es que está solteeeero. –lo
último lo dice casi gritando.
Miro la pantalla del ipad y
está abierto un enlace de Wikipedia.
Leo por encima lo que dice y se lo devuelvo.
-No, no- lo empuja hacia mí
de nuevo- mira las otras pantallas abiertas.
Abro una de las pestañas del
explorador y aparece él vestido con traje negro, camisa blanca y pajarita en un
photocall de una fiesta. La siguiente es de él con un grupo de amigos en la
playa. Otra es de él con una chica rubia del brazo.
-En esa última estaba con su
ex novia, Serena Di Pietro –me informa ella que observa la pantalla desde
detrás de mi- Lo dejaron el año pasado ya que por lo visto ella le ponía los
cuernos con su mejor amigo. ¿Te lo puedes creer? – grita ella. ¿Quién es esta
maruja y qué ha hecho con mi hermana?
-Vaya por dios, hombre… -intento
parecer interesada- Qué putada, ¿no? Pobre chico.
-Pues sí… imagínate cómo
tiene que estar de bueno el amigo para ponerle los cuernos a él…
Me da la risa. Pues sí.
Seguro que el amigo es un bombón. Pero me da igual que me da lo mismo. No le
vamos a conocer en la vida.
-Ya –intento mantener la
compostura- Oye, no te entretengas mucho con esto que hay que organizar lo de
esta noche.
-Que sí, pesada. –refunfuña
mientras se levanta de la silla y antes de salir de la cocina se da la vuelta-
Ah, por cierto. Ayer le dije a James que podía pasarse esta noche- ¿¡QUÉ!? La
mato. La miro y me está sonriendo triunfante.
-¿Qué has hecho, Sara? –la
miro con los ojos como platos.
-Mira Albi, se que después de
lo de Javi no tienes ganas de conocer a nadie… pero he pensado que quizás os
gustéis.
Ya estamos. Mi hermana
haciendo de casamentera. Javi es mi ex novio. Estuvimos juntos cuatro años,
después de haber sido amigos desde el colegio. Resultó que se marchó de Erasmus y conoció al amor de su vida en
Bélgica. No lo he superado todavía, y eso que han pasado más de dos años desde
que lo dejamos.
-Sara, ¿cuántas veces te he
dicho que no hace falta que me busques un novio? –le digo de malas maneras, con el ceño
frunció. Siento que el enfado me está inundando y solo tengo ganas de salir de
casa.
-Oye, no te enfades. No le he
dicho nada sobre ti. Simplemente pensé que a lo mejor os caíais bien o algo… no
sé.- se encoge de hombros- Además, igual ni viene –intenta parecer indiferente.
Uf, eso espero. Bastante rollo
me dio ayer con el chico éste como para encima tener que verle hoy. Ya estaba haciendo
ejercicios mentales preparándome para conocerle el sábado…
-Me voy- digo de malas
maneras. Me cojo una manzana y salgo de la cocina. Voy al estudio a recoger mis
cosas del trabajo y lo dejo todo preparado en la puerta. Subo a mi habitación a
lavarme los dientes y coger el bolso y el abrigo.
Cuando bajo las escaleras,
Sara está esperándome junto a la puerta.
-Jo, no te vayas así. –me
pone pucheros- Solo pensé que sería divertido.
-Vale –le digo de manera
cortante- Déjame que se me pase el cabreo, por favor.
Sabe que cuando me enfado
tiene que dejarme al menos diez minutos a que se me pase el berrinche. Una vez
transcurrido ese tiempo, recapacito y se me olvida.
Respiro hondo, sabiendo que
no lo ha hecho con mala intención. Solo está preocupada por mí, ya que no he
vuelto a tener ninguna relación desde lo de Javi, salvo algún que otro lío por
despecho con unas cuantas copas de más.
-Vale, ya está –digo
calmándome- Te perdono… pero no hagas más estas cosas sin consultarme, ¿vale?
No quiero enfadarme contigo, Sara. Pero sabes que todavía no estoy preparada
para conocer a nadie.
Ella me sonríe tímidamente y
me da un abrazo.
-Vale, Al, lo siento –me da
un beso. Siempre me llama Al o Albi cuando quiere que no me enfade.
-Me voy, que llego tarde
–cojo todas mis cosas y salgo por la puerta.
Justo cuando estoy saliendo
se levanta una ráfaga de viento y se me mete una mota de polvo en el ojo.
Joder, empezamos bien el día… ¡con lo contenta que yo me había levantado y esto
no ha hecho más que ir de mal en peor!
Estoy intentando sacar del
bolso un espejito mientras camino con un ojo cerrado cuando me golpeo contra
algo. ¡Au! Miro para arriba y me encuentro un par de ojos azules divertidos.
-Vaya, parece que
acostumbramos a chocarnos –me dice el chico con una sonrisa.
Pestañeo con el ojo que tengo
abierto e intento enfocar a la persona que tengo enfrente. ¡Joder, es James
Parker en persona! Pero, ¿qué dice de chocarnos? Ah claro, me ha confundido con
mi hermana. Madre mía, en directo es mucho más guapo. El pelo castaño claro
está algo despeinado, pero demasiado como para haber sido por el viento. Va
vestido con un abrigo de lana negro con grandes botones del que sobresale una
bufanda gris anudada al cuello. Sus manos están sosteniendo mis brazos,
evitando que me caiga.
-Mmm, creo que me confundes
con mi hermana Sara. – le digo educadamente, todavía con un ojo cerrado, mientras
doy un paso atrás haciendo que sus manos caigan de mis brazos a ambos lados de
su cuerpo.
Él frunce ligeramente el ceño
observándome.
-¿Sois gemelas?- pregunta él
escrutándome. Me está mirando a los ojos, como si intentara leerme la mente o
algo así. Vaya, me intimida bastante.
-Mellizas, sí. –le digo con
una sonrisa. Comienzo a rodearle para poder seguir con mi camino. Necesito algo
de distancia. Todavía siento un hormigueo en la zona de mis brazos donde él ha
posado sus manos.
-Madre mía, pues sois
igualitas. Es verdad que ahora que me fijo tú tienes el pelo más oscuro y más
largo…-dice él pensativamente.
-Eh, sí. Lo siento. No es que
no quiera hablar sobre el color de mi pelo, pero es que tengo que irme a
trabajar.- Echo a andar inmediatamente. Él vuelve a fruncir el ceño y me hace
un gesto con la cabeza despidiéndose.
-Encantado de conocerte, eh…
-me mira interrogante- Soy James.
-¡Alba! –grito mientras me
alejo.
Tonta, tonta, tonta. Ahora,
encima de saber que eres una torpe como tu hermana, va a pensar que eres una
maleducada. Y borde, y antipática, y… ¿pero qué más te da lo que piense de ti
un tío al que no conoces de nada? Me reprendo a mí misma. Siendo sincera, el
chico es mucho más que guapo, además de alto… me saca más de una cabeza, y por
lo que he visto en las fotos tiene muy buen cuerpo, pero lo que más me ha
impresionado de él es su mirada. Tiene los ojos de color azul tan claro que
casi parecen transparentes… y unas pestañas largas, rizadas y espesas que ya
las querrían todas las mujeres del mundo. Sigo caminando hacia la parada de
metro, pensando en su mirada como una estúpida, cuando siento que me dan un
toquecito en el hombro. Me giro, y ahí está él otra vez, con sus ojos azules
preciosos y sus pestañas. Que envidia, oye.
-Perdona por molestarte
antes, no quería parecer un estúpido. Por cómo has salido corriendo he pensado
que quizás he dicho algo que te haya molestado- me observa serio mientras habla
y parece arrepentido por algo.
Vaya, o sea que además de
guapo es considerado.
-No, no –le quito importancia
haciendo un gesto con la mano- es que justamente se me había metido algo en el
ojo y me picaba horrores –intento sonreír.
-Ah, vale –se relaja visiblemente-
¿Vas a algún sitio? Puedo acercarte si quieres.
Pestañeo un par de veces. No,
por favor, no seas encantador. No quiero que me gustes. Mi pobre corazoncito
loco ya ha sufrido demasiado.
-No te preocupes, de verdad.
El metro me deja justo delante del trabajo –sí, delante a dos calles, querrás
decir.
-No es ninguna molestia –dice
él adelantándose un paso- Espera- se acerca aún más y alarga las manos hacia mi
cara.
Me quedo petrificada en el
sitio mientras él acerca su cara a la mía. ¿Qué va a hacer? ¿Me va a besar?
Le miro con ojos como platos
y él con cuidado me saca algo del ojo.
-Ya está. Tenías una pestaña
en el ojo. –me dice mostrándome la pestaña pegada a su dedo.
Estúpida, idiota, tonta. Me
riñe mi subconsciente. ¿En serio pensabas que te iba a besar?
Pestañeo varias veces, más
por la impresión de haberle tenido tan cerca que por el hecho de que me sacara
algo del ojo.
-Vaya, eso ha sido un poco
raro, ¿no? –dice él frunciendo el ceño. A continuación sonríe.
Menuda sonrisa. Una hilera de
dientes blancos, perfectamente colocados aparece de entre sus labios. ¡Y vaya
labios! Tiene el labio inferior ligeramente más grueso que el superior ¿Cómo
sería besarlos? El pensamiento sobre besarle hace que me ruborice. Soy consciente
de que llevo al menos dos minutos sin pronunciar una palabra, y debe de pensar que soy retrasada. Sacudo la
cabeza para volver en mí y así encontrar las palabras para hablar de nuevo.
-Sí, ha sido un poco raro, la
verdad.-suelto una risotada nerviosa mientras vuelvo a echar a andar- pero no
te preocupes. Tengo que irme, en serio. Ya nos veremos. –le hago un gesto con
la mano mientras acelero el paso.
En cuanto doy la vuelta a la
esquina, libero el aire que estaba conteniendo sin darme cuenta y soy capaz de
respirar de nuevo. ¿Qué ha sido eso? La última vez que me pasó algo así tenía
17 años y acababa de darme el primer beso con Javi, el chico del que había
estado enamorada desde que tenía edad para que me gustaran los chicos.
Vuelvo a sacudir la cabeza
varias veces, con la esperanza de que se me pase la tontería. Saco el ipod del
bolso y me pongo los auriculares. Empieza a sonar Starlight de Muse y comienzo a cantarla mentalmente.
Entro en la parada de metro medio
corriendo, ya que estoy a punto de perderlo, y consigo coger el que me
corresponde sin confundirme de línea de puro milagro.
***********
Cuando bajo del metro, salgo
a la calle y me encamino hacia mi destino. He recuperado parte de la cordura
que había perdido tras haber puesto algo de distancia con James, pero sigo
dándole vueltas al asunto. Hacía muchos años que no me sentía como una
adolescente, y empiezo a pensar que ni siquiera entonces me comportaba así. Entro
por la puerta de la escuela y me encuentro a Linda, la directora. Es una señora
de unos cincuenta y tantos años, que se conserva muy bien para su edad, con un
aspecto muy bohemio. Lleva su largo pelo rubio platino con mechas blancas sujeto
con un alfiler para el pelo, de manera que le caen algunos mechones por la
cara.
-Alba, querida. Qué bien que
acabas de llegar –levanta la mirada hacia mí con una sonrisa- Me acaba de
llamar un chico diciendo que necesita un artista para pintar un mural en una de
las paredes de su casa –mira en un cuaderno las anotaciones que ha hecho de la llamada.
–Es un chico que se acaba de comprar una casa. Dice que le apetece hacer algo
especial en una de las habitaciones –sigue leyendo en su cuaderno- No me ha
dicho qué quería en concreto. Dice que le gustaría hablar con el artista para
ver si le ayuda a decidirse.
Vaya, esto es algo nuevo.
Normalmente la gente tiene bastante claro lo que quiere, incluso aunque sea
casi imposible llevarlo a cabo.
-Vale, bueno, hablaré con él
a ver cuáles son sus ideas. –me acerco hacia el mostrador de la entrada
mientras me desenrosco la bufanda del cuello.
-Mira- me pasa una hoja-
estos son sus datos. Llámale hoy, después de las clases. En cuanto tengáis una
reunión y decidáis lo que le vas a hacer, me lo dices. Así te puedo liberar de
las clases y te dedicas a ello en exclusiva.
Echo un vistazo a la hoja que
me ha pasado con sus datos. Derek Launter. Ático en el Soho. Bien, le llamaré
por la tarde y concretaremos una cita
Me dirijo al cuarto que han
adecentado para que haga de despacho, donde tengo una mesa grande y varios
atriles con los cuadros que algunos alumnos me han regalado. No es nada lujoso,
pero me resulta acogedor. Tiene una ventana que da a la calle, así que cuando
me aburro observo a la gente pasar. Dejo todas mis cosas, me pongo la bata
blanca, que está llena de manchas de pintura, para no marcharme la ropa y me
dirijo al aula. Aún sigo dándole vueltas al asunto con James. Espero que dos
horas de arte me abstraigan lo suficiente como para darle un respiro a mi
mente.
*************
-Alba, voy a salir a por algo
de comer, ¿te traigo algo?- Paul asoma la cabeza en mi despacho. Levanto la
vista de unos bocetos y me encuentro con sus bonitos ojos miel.
Paul es uno de mis compañeros
en la escuela de arte. Cuando empecé a trabajar aquí, él me pidió salir un par
de veces, pero aún no me sentía preparada y convertí las “citas” en reuniones
de amigos, con mi hermana y algunos de los que ya conocíamos aquí. Él lo entendió
a la perfección y nunca me ha dicho nada al respecto, así que ahora somos
buenos amigos.
-Dame un segundo, que te
acompaño- respondo al tiempo que meto los bocetos en una carpeta y me levanto
para ponerme el abrigo.
-Vale- se apoya en el marco
de la puerta- Me ha dicho Patrick que Charlie y Rach van a ir antes a ayudar a
Sara con las cosas, pero que ellos irán con Amy hacia las 8.
-Sí –le digo mientras cojo mi
bolso y camino hacia la puerta- Yo en cuanto salga de la escuela voy para casa
a echarles una mano.
-Vale, yo iré en cuanto salga
también.
Él se retira de la puerta y
ambos salimos al hall de la escuela.
-Hasta luego, Linda –digo
saludando con la mano a Linda que está hablando con un alumno. Ella se despide
de nosotros con la mano.
Salimos a la calle y echamos
a andar hacia una tiendecita en la esquina que hacen sándwiches y bocadillos.
Entramos en la tienda y
cogemos un par de sándwiches para comer y un par de botellas de agua.
Charlamos brevemente acerca
de la fiesta de Amy y volvemos a la escuela.
-No puedo quedarme a comer
contigo porque tengo que hacer unas llamadas –le digo mientras entramos por la
puerta.
-No te preocupes, tengo que
mirar unos bocetos para la próxima clase.
Entro en mi despacho y dejo
las cosas en la mesa. Saco la hoja con los datos que me dio Linda y marco el
número de teléfono del cliente. Responde a los tres tonos.
-¿Diga?
-Buenas tardes, ¿señor
Launter? Soy Alba Blanco. Le llamo de la
escuela de arte Art&Co. Mi jefa me ha dicho que le gustaría hacer un mural
en una de sus habitaciones, pero que no sabe exactamente lo que quiere.
-Ah, sí. Llamé esta mañana
–dice él. Tiene una voz profunda y parece no tener más de 30 y tantos.- Me
gustaría hablar con usted de varias ideas que tengo, pero no estoy muy decidido
todavía.
-De acuerdo, yo podría quedar
con usted el lunes a las 12, si le viene bien. –le digo mientras hojeo mi
agenda para ver los huecos que tengo libres.
-El lunes a las 12 me parece
bien. Ya le di la dirección de mi casa a su jefa. ¿Le parece bien que le enseñe
la habitación y así poder ver las posibilidades?
-Sí, me parece perfecto –digo mientras apunto la
cita en mi agenda- Bien, señor Launter, nos vemos el lunes a las 12, entonces.
-Hasta el lunes.
**************
La tarde transcurre sin
imprevistos y a las 3 ya estoy libre para poder volver a casa. Salgo de la
escuela y camino las dos calles en dirección a la parada de metro.
Comienzo a ponerme nerviosa.
Espero no volver a encontrarme a James por la zona. Y lo que más deseo es que
le haya surgido algún plan para esta noche y no pueda presentarse en la fiesta
de cumpleaños.
Consigo llegar a tiempo para entrar
en el metro y así no tener que esperar diez minutos en la parada para el
próximo. Me siento en uno de los asientos libres y respiro profundamente varias
veces. Saco el ipod para ver si un poco de música consigue relajarme.
No puedo creerme que
realmente esté tan nerviosa. Hacía mucho tiempo que no tenía esta sensación y
la verdad es que no me resulta agradable. Quiero pensar que los nervios
provienen porque tengo miedo de que la fiesta sorpresa no salga bien y no por
el hecho de encontrarme con James, pero en realidad sé que solo me estoy
engañando a mí misma. La fiesta no me pone nerviosa en absoluto. Sé que saldrá
todo perfecto. Inconscientemente, he enrollado el cable de los auriculares alrededor del dedo índice, haciendo que la punta se vuelva morada. La señora sentada enfrente de mí me mira y me devuelve una sonrisa de comprensión. Debe de ser evidente mi nerviosismo.
Cuando me doy cuenta, ya ha
pasado casi media hora y tengo que bajarme del metro. Salgo de la estación y
empiezo a mirar a ambos lados de la calle. Pero ¿Qué me pasa? Dios, estoy
paranoica perdida. No me voy a encontrar con él.
Camino hacia casa con paso
enérgico, mirando a todos lados de vez en cuando. Cruzo la calle y abro la
portilla que cerca la entrada de casa. Rebusco en mi bolso por las llaves y, cuando
por fin las encuentro, abro y entro.
-Holaa, ya estoy aquí- digo
al tiempo que dejo mis llaves en la mesita de la entrada. Me quito el abrigo y
lo cuelgo en el perchero que hay junto a la puerta. Mmm, huele a bizcocho.
-Holaaaaa, corazón- Charlie
asoma la cabeza desde la cocina. –estamos todas en la cocina-Lleva un delantal
blanco con corazones rosas que compró Sara hace unas semanas. Está muy graciosa
con él.
-Huele de maravilla aquí -digo olfateando con una sonrisa.
-Ya lo tenemos casi listo-
oigo a Sara que me grita desde la cocina.
-Me cambio y bajo a ayudaros-
digo mientras subo las escaleras.
Me dirijo a mi habitación.
Oigo ruidos de cacharos en la cocina y sonrío. Mi hermana es una repostera
estupenda, pero siempre lo deja todo hecho un desastre. Entro en mi habitación
y me quito la ropa para ponerme un chándal cómodo. Me pongo las zapatillas de
andar por casa, me hago una coleta y bajo corriendo las escaleras.
Cuando entro en la cocina me
encuentro a Rachael y Charlotte sentadas en dos taburetes cerca de la isla de
la cocina bebiendo vino.
-Yo también quiero uno de
esos- digo mientras cojo una copa y me sirvo de la botella que está abierta.
Mi hermana me sonríe y sé que
aún está preocupada por la bronca de esta mañana. Le doy un sorbo a mi vino y
le devuelvo la sonrisa.
-Paul va a venir antes que el
resto –digo mientras me siento en otro taburete al lado de mis amigas.
Sé que Rachael tiene un
enamoramiento con él, pero creo que no está interesado. La miro para ver cuál
es su reacción y la pillo dándole un largo trago a su copa de vino. Sara me
mira y yo me encojo de hombros. Charlie sale al rescate cambiando de tema.
-Will vendrá antes también.
En cuanto salga del trabajo.
-Bien, ¿qué queda por
hacer?-pregunto yo.
Sara está metiendo en la
nevera la tarta de chocolate.
-Solo nos queda decorar un
poco la casa- dice mientras coge su copa de vino y le da un trago.
-Genial, ¿lo hacemos ahora?-
digo yo levantándome del taburete- Prefiero dejarlo todo preparado ya, así
tendré tiempo para darme una ducha y cambiarme.
Todas nos ponemos en pié y
vamos al salón para decorarlo todo con globos y guirnaldas. Han comprado una de
esas tiras de papel que dice “FELIZ CUMPLEAÑOS” y la vamos a colocar en la
pared del fondo, para que la pueda ver en cuanto entré en la sala.
Una vez está puesta la mesa y
todas las decoraciones colocadas, miro el reloj y veo que son las seis de la
tarde. Hago un repaso a la estancia y pienso que ha quedado perfecta. En la
mesa hay diez platos con sus respectivos vasos y cubiertos.
-¿Por qué hay un plato de
más? –le pregunto a mi hermana. Ella se da la vuelta y me mira con miedo.
-¿No te acuerdas de que
invité a James? –Oh dios, casi lo olvido. Es verdad que le había invitado.
-Pero pensé que vendría
después de cenar –digo yo, con mi voz impregnada en terror.
-Me llamó antes preguntándome
la hora y le dije que viniera sobre las 8 –dice ella encogiéndose de hombros.
Definitivamente tengo ganas de matarla. Mi mal humor acaba de reaparecer, y sé
que es a causa de los nervios que ese hombre me provoca.
-En fin, está bien- digo yo
saliendo del salón- Voy a ducharme.
Subo corriendo las escaleras.
Pero ¿qué te pasa? Me siento estúpida. Es muy frustrante esta sensación. No
quiero seguir sintiéndome así. Entro en el baño y me quito la ropa. Una ducha
calentita me sentará bien. Me recojo la coleta en un moño con una pinza y me
meto en la ducha. Mmm, que gusto. Parece que el agua me quita los restos de un
día muy extraño y empiezo a sentirme algo mejor. ¿Qué me pongo? Voy a
preguntarle a Sara a ver qué se va a poner. No quiero arreglarme mucho si todo
el mundo va informal, pero tampoco quiero ir hecha unos zorros si todos vienen
elegantes. Salgo de la ducha tras varios minutos y me seco con paciencia. Me
echo crema hidratante por todo el cuerpo. Huele genial. Me miro en el espejo
empañado. Lo froto con la mano haciendo un círculo para poder verme la cara.
Bueno, quizás me rice el pelo.
Salgo del baño enrollada en
una toalla, y me asomo en las escaleras para preguntarle a Sara que se va a
poner.
-Vaqueros y un top- me grita
de vuelta.- El color burdeos- explica.
Vale. O sea, que irá en su
línea, mezclando estilos. El top burdeos es una camisa de tirantes muy finos
con encaje por la parte de abajo. Tiene un escote en pico y es bastante
sensual, pero al llevarlo con vaqueros le da un estilo más informal.
Entro en mi vestidor y me
decido por un vestido negro de algodón de manga francesa que me llega a mitad
de muslo. Es bastante ceñido en la parte superior, de cuello redondo y tiene
mucho vuelo en la falda. Como no voy a salir de casa no hace falta que me ponga
medias, y completaré el look con unos botines planos de ante con hebillas en
los lados de color beige.
Vuelvo al baño para
maquillarme y arreglarme el pelo. Definitivamente me voy a hacer unos buenos
rizos, para darle un poco de volumen. Me hago la raya del ojo, rímel,
corrector, colorete y brillo de labios. Hago un último repaso a mi aspecto en
el espejo de cuerpo entero que hay en la puerta del baño y decido que estoy
bien así.
Cuando bajo las escaleras oigo
la voz de Paul. Ya deben de ser más de las 7. Entro en el salón y está
charlando con Charlie y Rachael sobre algo. Cuando sienten mi presencia todos
se giran hacia mí para mirarme brevemente, pero Paul se queda observándome más tiempo
de lo normal. Sé que Rachael se da cuenta porque sus ojos están tristes. Decido
no darle importancia a la actitud de Paul y hablar para romper la tensión del
momento.
-Hola, Paul- le saludo con
una breve sonrisa. -¿Sara está cambiándose?-les pregunto a las chicas.
-Sí, bajará enseguida- me
responde Charlie.
-Vale, voy a por otra copa de
vino- me doy la vuelta en dirección a la cocina.
Me lleno una copa de vino y
me la bebo de un trago. Me incomoda un poco la actitud de Paul, aún más
sabiendo que Rach siente algo por él. No sé si él se habrá dado cuenta, pero no
me gusta la sensación que me deja en el cuerpo. Vuelvo a rellenarme la copa de
vino y le doy un sorbo más corto sentándome en el taburete.
Llaman a la puerta. Miro el
reloj de la pared. Son las 8 menos cuarto. Debe de ser Will. Mientras pienso
quien puede ser, oigo que Charlotte abre la puerta y habla con alguien. Por la
conversación deduzco que no es Will así que me levanto y asomo la cabeza por la
puerta de la cocina para ver quién es. James. No, no, no… se me para el
corazón. Está guapísimo con su abrigo negro. Charlie le deja pasar y él se
quita el abrigo y lo cuelga en el perchero. De repente nuestras miradas se
cruzan y me doy cuenta de que estoy inclinada sobre el marco de la puerta con
medio cuerpo fuera de la cocina
mirándole como una tonta. Él me sonríe y yo le devuelvo la sonrisa. La mía es
una forzada. Tras varios segundos mirándonos, desvío la mirada hacia Charlotte
que observa la escena con sorpresa. Nunca me ha visto así y creo que le hace gracia.
Oigo los pasos de mi hermana bajando la escalera y me siento aliviada. Que
lidie ella con él, que ha sido la que le ha invitado. Antes de volver a la
cocina le dedico una mirada rápida a Charlie y veo que me mira con una sonrisa
maliciosa. Está intrigada por mi reacción, y yo también.
Vale, ahora vuelvo a
necesitar otra copa de vino. Me termino la que ya tenía empezada y vuelvo a
servirme otra.
-Alba, ya vas por la tercera
–me reprende mi hermana mientras entra en la cocina. ¿Cómo sabe que me he bebido
una antes? La miro con el ceño fruncido y ella levanta las cejas como diciendo
<<te conozco perfectamente>>. Suelto un gruñido y me levanto de la
banqueta rápidamente haciendo que rechine contra el suelo.
Vuelvo al salón para
encontrarme a James charlando con Rachael y Charlie, que le observan embobadas mientras
habla, con la boca ligeramente abierta. Otras dos que se unen al club de
Yo-corazón-James. Genial.
Vuelven a llamar a la puerta,
y éste sí que debe de ser Will. Salgo corriendo hacia la puerta, la abro inmediatamente y en efecto, es él.
Nos apiñamos todos en el
salón, esperando que Patrick nos llame para avisarnos de que están llegando. Al
cabo de unos minutos suena el teléfono y nos escondemos detrás de los muebles
esperando para darle la sorpresa.
Se oyen unas voces desde
fuera, y al poco la puerta de la calle se abre. Amy se ríe por algo que le
acaba de decir Luke, y cuando entran en el salón todos gritamos:
-SORPRESAAAAAA.
Ella se queda unos segundos
en silencio, con la boca y los ojos abiertos de par en par y, a continuación,
comienza a reírse. Le pega un codazo cariñoso a Patrick, que es su novio, y los
tres avanzan hacia nosotros.
-¡Me teníais todos engañada!
Cada uno le damos un beso y
un abrazo, y Sara y yo le tiramos 26 veces de las orejas.
-Oye, que solo cumplo 25 -se queja ella poniendo un
puchero mientras se frota la oreja dolorida.
-El 26 es el de regalo- dice
Sara riéndose.
Nos acercamos a la mesa y yo
ayudo a Sara a traer la comida. Ha preparado un poco de todo. Mezcla de comida
española e internacional. Hay pizzas, tortilla de patata, ganchitos y ese tipo
de cosas, nachos… en fin, la típica comida de fiesta de cumpleaños de niños.
Cuando vuelvo a la mesa con
varios platos en la mano, me doy cuenta de que me toca sentarme al lado de
James. Mierda, joder, yo había elegido el sitio al otro lado de la mesa. ¿Por
qué me lo han cambiado? Fulmino a Charlotte con la mirada cuando la encuentro
sonriéndome divertida. Lo ha hecho a propósito la muy traidora. Entrecierro los
ojos y le echo un pulso con la mirada. Ella se echa a reír y todos nos miran.
Me da vergüenza pedir que me cambien el sitio, ya que no quiero que piense que
tengo un problema con él, así que no me queda más remedio que sentarme a su
lado.
-Albiiiii, ayúdame a traer
esto- grita Sara desde la cocina. Me vuelvo a levantar y la encuentro con una
bandeja llena de copas. –He preparado margaritas –dice ella emocionada. Cojo la
otra bandeja que está en la encimera y ambas vamos hacia el salón de nuevo.
-Margaritas para todooos-
dice Sara.
Vamos pasando la bandeja para
que todo el mundo coja una copa y cuando ya los hemos repartido ella vuelve a
la cocina para traer una jarra con más coctel. Estupendo, porque necesito beber
para pasar esta noche.
Me siento al lado de James y
noto que él se tensa a mi lado. Sin querer nuestros brazos se rozan y siento
que algo extraño me sube hasta el cuello. Como una descarga de electricidad.
Intento pasar el resto de la cena sin tocarle, pero inconscientemente me
encuentro deseando que él lo haga. Alguna vez nuestros dedos se han rozado al
coger algo al mismo tiempo, pero ambos hemos hecho como si no lo notáramos. Yo ya
me he bebido tres margaritas, más las copas de vino de antes de cenar, y he de
reconocer que estoy bastante borracha. Me río de todas las tonterías que dice
Luke hasta casi atragantarme y sigo sirviéndome margaritas hasta que Sara me
agarra de la mano en la que tengo la jarra, y me echa una mirada como diciendo
<<para ya>>. Le saco la lengua y ella pone los ojos en blanco.
Estoy más relajada así, borracha, y ya no me siento tan intimidada con James,
que sigue sentado a mi lado. Parece que a todo el mundo le ha caído
estupendamente, y la verdad es que el chico es majo.
Cuando acabamos de cenar, el
género masculino se levanta de la mesa para recogerlo todo. Mientras, nosotras
ponemos música y apartamos el sofá y la butaca para dejar hueco a una
improvisada pista de baile. Forever Young
de Alphaville empieza a sonar y yo me dejo llevar por la música, cerrando los ojos
y moviendo las caderas al ritmo de los acordes. Me siento tan mareada y feliz,
borracha como una cuba, que no me entero de cuando los chicos vuelven al salón
ni como las canciones pasan. Yo simplemente tengo los ojos cerrados y me muevo
al ritmo de los acordes. Varios minutos después siento como unas manos me
agarran por la cintura desde detrás. Sé que es Paul por el olor de su colonia,
pero no me importa. Estoy bien así, y me doy cuenta de que un apoyo no me viene
mal. Comenzamos a bailar los dos al mismo ritmo. Él con su pecho pegado a mi
espalda. De repente, su aliento está en mi cuello y sus manos en el límite
entre mi vientre y lo que no es. Siento algo duro en el culo y me asusto. Oh,
dios, pero ¿qué estoy haciendo? Me despego inmediatamente de él, que me mira
sorprendido. Madre mía, espero que Rach no me haya visto. Ya no estoy tan
borracha. Se me ha pasado todo del susto. La busco con la mirada y veo que no
está en el salón. Menos mal. Por suerte,
han bajado las luces hasta el punto que parece que estamos en una discoteca.
Charlie y Will se están dando el lote en el sofá, bastante desinhibidos. Parece
que el alcohol nos ha hecho efecto a todos. Sigo mirando horrorizada a Paul
mientras me alejo de él caminando hacia atrás. Noto una mirada en la espalda
por lo que me giro y veo que James me observa desde la otra punta del salón.
Está apoyado contra la pared, bebiendo una copa. Tengo que alejarme de Paul
como sea, así que me acerco a él. Me da un poco de pena que esté solo.
-¿Te lo estás pasando bien?-
le pregunto con cautela.
Él me mira durante unos
segundos, le da un sorbo a su bebida y vuelve a mirarme.
-¿Por qué me evitas?- me
pregunta sin responder a mi pregunta. Su tono es serio y está mirándome a los
ojos.
-Me pones nerviosa- respondo
yo tímida, encogiéndome de hombros. Ahora que ya no estoy tan borracha me
vuelve a intimidar ligeramente.
-Tú a mí también me pones
nervioso –sigue mirándome a los ojos de esa manera que parece querer leerme la
mente. ¿Por qué me mira así? Tiene el ceño ligeramente fruncido, como si
estuviera intentando saber por qué nos pasa esto. –Creo que es atracción
–responde él tras varios segundos.
-¿Te atraigo? –pregunto yo en
un susurro. Él a mi me atrae muchísimo, pero no esperaba que yo a él también.
No de la misma forma, al menos.
-Creo que la palabra
atracción se queda corta para describir lo que me pasa contigo –sigue mirándome
a los ojos, y yo cada vez me siento más pequeña. ¿Dónde está el chico que me
sacó una pestaña del ojo esta mañana? Parecía mucho más amable. Ahora estoy
totalmente intimidada por esa mirada feroz que me está dedicando. De repente,
su gesto de suaviza y me coloca un mechón de pelo detrás de la oreja. En todo
este rato no hemos dejado de mirarnos a los ojos. -¿te apetece bailar conmigo?
–me pregunta en un susurro. –Te prometo que no pienso restregarme contra ti –le
lanza una mirada asesina a Paul, que nos observa desde el otro lado del salón.
No me salen las palabras, así
que asiento con la cabeza. Él me coge de la mano y me lleva a la pista improvisada.
Coloca mi mano en su hombro, y la suya en mi espalda. Me acerca a él, y
comenzamos a mecernos al mismo tiempo. Seguimos con los ojos pegados el uno al
otro, apenas sin pestañear. Me siento totalmente hechizada por sus ojos, y veo
que a él le ocurre lo mismo. Al cabo de unos segundos sonríe y yo tengo que
sonreír de vuelta, aunque la mía es una sonrisa tímida. Seguimos bailando
durante varias canciones, y yo me voy relajando progresivamente hasta apoyar mi
cabeza en su hombro. Él me abraza más fuerte con el brazo que tiene en mi
espalda, y pega nuestras manos unidas a su pecho. Mmm, estoy tan a gusto que hasta
cierro los ojos. Huele estupendamente. A colonia masculina y suavizante de
ropa. Lleva un jersey de pico gris oscuro y unos vaqueros negros. Está tan
guapo. Mejor dicho, es tan guapo…. Me doy cuenta de que hace rato que no siento
al resto del grupo. Es como si estuviéramos en una burbuja los dos solos.
Levanto la cabeza de su hombro y él me mira agachando la cabeza.
Sus ojos van de mis ojos a mis
labios varias veces, y sé que va a besarme. Yo también le miro los labios y
entreabro los míos para dejar salir el aire que estaba reteniendo. Supongo que
lo interpreta como luz verde porque comienza a agachar lentamente su cabeza
hacia la mía mirándome alternativamente a los ojos y a los labios. Cierro los
ojos anticipándome al beso y siento su cálido aliento acercarse a mi boca. Soy
consciente del suave roce de sus labios sobre los míos y se me escapa un gemido
de satisfacción desde la garganta. Abro ligeramente los labios, permitiéndole
la entrada, y mete su lengua en mi boca. Es un beso lento, sensual, apasionado
y, mientras, seguimos meciéndonos al ritmo de la música. Me encuentro con su
labio inferior, ligeramente más grueso que el superior y tiro de él entre mis
dientes. Él gime y me abraza aún más fuerte. Seguimos así durante unos minutos,
jugueteando con nuestras bocas, hasta que alguien me golpea en el hombro.
-Albi, estos se marchan- me
dice Sara mirándome a los ojos y señalando con la mano hacia la entrada. Sé que
está sorprendida por mi actitud. Yo no voy besándome por ahí con chicos a los
que acabo de conocer. Miro a James y él me está observando sin soltarme de su
abrazo.
Me libero de su agarre,
posando mis manos sobre sus bíceps suavemente, y voy al recibidor para
despedirme de todos. Al cabo de un momento, James viene también y se pone el
abrigo.
-Yo también debería irme-
dice mientras se lo abrocha. No puedo evitar sentirme algo decepcionada aunque
sé que es lo mejor.
-Vale –le digo con una sonrisa
tímida. A la luz de la entrada me siento expuesta, y me está dando mucha
vergüenza. Soy como una adolescente llena de hormonas.
Él se acerca a mí de nuevo y
me da un beso ligero en los labios.
-Te llamo mañana –me dice
mientras sale.
Yo le digo adiós con la mano
y observo cómo se marcha apoyada en el marco de la puerta. Sara está a mi lado,
viendo a todo el mundo irse, y cuando no hay nadie a la vista, cerramos la
puerta.
-¿Qué ha sido eso? –me
pregunta ella con el ceño fruncido.
No lo entiendo. Era ella la
que quería que me liara con él, ¿no? Le devuelvo el ceño fruncido y ella me
mira con preocupación.
-A ver, no me malinterpretes
–dice ella rápidamente- me encanta que lo hayas hecho, pero es que no es tu
estilo en absoluto. Además, hace unas horas estabas horrorizada por el hecho de
que él viniera.
-Dios, Sara- suelto un
gruñido de frustración y me froto la frente con la mano- Es que creo que me
gusta de verdad- digo tapándome la cara con las manos.
-¿Cómo te va a gustar, Alba?
Os acabáis de conocer- dice ella con una ceja levantada.
-No te lo he dicho porque no he
tenido tiempo pero, en realidad, nos conocimos esta mañana. Nos chocamos, él
pensó que eras tú, y no sé, tía, fue muy raro –digo con cara de preocupación-
Desde que estuve con Javi no había sentido algo así. Fue como… como un
flechazo. Y no porque es guapísimo, porque ya le había visto en fotos… no sé,
creo que es por la forma en la que me mira, o lo que siento cuando me toca… -frunzo
el ceño- estoy muy confundida, Sara –añado lloriqueando.
Ella me está escuchando y
según voy hablando se le va dibujando una sonrisa en la cara. Seguimos ahí
paradas, al lado de la puerta de casa. Cuando termino, me da un abrazo muy
fuerte y me dice:
-Cuanto me alegro, Albi.
Estás recuperando tu corazón roto. –sonríe de oreja a oreja. Me da un apretón y
me empuja por los hombros para subir por las escaleras. –Vamos, ¡A dormir! Que mañana
será otro día.
Llego a mi habitación y me
miro en el espejo. Madre mía, tengo una pinta horrible. Los rizos deshechos, la
raya del ojo ligeramente corrida en las esquinas, coloretes en las mejillas, la
frente sudada... No puedo mirarme más. Me quito el vestido y las botas, y me
pongo el pijama. Voy al baño de Sara, que está lavándose los dientes, con mi
cepillo en la mano. Me pasa la pasta y nos lavamos los dientes juntas mirándonos
en el espejo y haciendo el tonto como cuando éramos pequeñas. Después, me
desmaquillo y hago pis. Me despido de ella, que ya está metida en la cama para
cuando termino y vuelvo a mi habitación.
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