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lunes, 13 de abril de 2015

Codo con codo - Capítulo 2

CAPÍTULO 2

Estoy dándole un sorbo al café que, para qué mentirnos, sabe a rayos y centellas, cuando la puerta vuelve a abrirse y aparece un hombre. Pero no un hombre con pintas de señor de sesenta años. No. Un morenazo de esos que te quita el hipo si se digna a echarte una miradita de reojo (tampoco vamos a pedir más, que ya bastante en que ha reparado en tu existencia). Es tal la impresión que el chico causa en mí que el café tiene la desfachatez de cambiarse de conducto y pasar a mis vías respiratorias. Obviamente, el ataque de tos que estoy sufriendo me delata y el compañero que tengo sentado al lado comienza a darme unos golpecitos en la espalda. Perfecto, Elena, si es que eres la reina de la fineza. Ahora no solo estoy roja por el ataque de tos, sino porque todo el mundo en la sala está mirándome, creo que preocupados por si no consigo pasar este trago, y nunca mejor dicho. Cuando la maldita gota de café sale de mi laringe, permanezco unos segundos intentando tranquilizar mi respiración que aún sigue afectada. Me seco rápidamente un par de lágrimas que se acumulan en la comisura de los ojos y me sorbo los mocos lo más discretamente que puedo.

-Uf, perdón – digo cuando consigo entonar palabra.

Antonio me mira con el ceño fruncido de preocupación pero, al ver que ya estoy más tranquila, decide dar comienzo a la sesión.

-Bien, bueno –comienza algo nervioso- después de este pequeño incidente, y en vistas de que ya estamos todos, vamos a empezar. –Carraspea un poco y continua- Como todos sabréis, el doctor Ramírez se jubila, dejando libre el puesto de jefe de oncología infantil –hace una pausa recorriendo la sala con la mirada - Estoy muy orgulloso del equipo que hemos ido formando con el paso del tiempo, habiendo unos médicos excelentes entre nosotros. Este hospital se ha especializado en las leucemias por varias razones, pero una de las más importantes es la presencia de la doctora Saura –me mira y sonríe con cariño- Hemos conseguido aplacar más de 20 cánceres infantiles en lo que llevamos de año y eso me hace muy feliz. Pero me he dado cuenta de que Elena, es decir, la doctora Saura, no puede con todo ella sola. Por eso, he conseguido convencer al Doctor Martín para que se una al equipo –vuelve a carraspear brevemente y dirige su mirada hacia el morenazo- Sé que todos esperabais que la Doctora Saura ocupara ese puesto, pero he decidido que quizás lo mejor sea posponer la decisión y que el doctor Martín trabaje con ella, codo con codo.

Pestañeo un par de veces, porque no doy crédito a lo que estoy oyendo. Por una parte, no me puedo creer que él de verdad haya pensado en mí para ese puesto. De hecho, estoy segura de que me queda bastante grande y es una responsabilidad enorme que no sé si estoy dispuesta a aceptar. Por otra parte, no me puedo creer que si ese puesto estuviera para mí no vaya a dármelo porque un tío que conozco de absolutamente nada vaya a competir conmigo por él. Ahora que sé que la posibilidad está ahí, ¡quiero que sea mío!

-Como doy por hecho que ya le conocéis, os lo presentaré brevemente. El Doctor Martín se ha formado en una de las mejores universidades de Estados Unidos, consiguiendo finalizar la carrera el primero de su promoción. Allí ha estado trabajando desde entonces en Washington, investigando directamente sobre cómo actúan las células cancerígenas del sistema linfático y como se reproducen en la médula. Para mí es más que un privilegio poder contar con una eminencia en el tema como él. Es por eso que espero que la doctora Saura y tú –nos mira a ambos- podáis trabajar juntos.

Antonio me mira en silencio, supongo que esperando algún tipo de respuesta por mi parte, pero sinceramente no sé qué decir.

Por lo visto, el Doctor Martín es más rápido que yo haciéndose cargo de la situación.

-Doctor Ferrer, para mí será un honor trabajar con la Doctora Saura –me mira brevemente y vuelve a dirigirse a Antonio – Estoy seguro de que entre los dos podremos conseguir avances en el tema.

A ver, morenazo. Que yo todavía no he decidido nada.

-Antonio –mierda- Quiero decir, Doctor Ferrer, yo no sé si esto es lo que quiero –consigo decir tras salir de mi trance.

-Mira, Elena – dice mirándome fijamente a los ojos – sé que quizás esto no es lo que tú tenías en mente, pero es lo que te mereces. Desde que llegaste al hospital has trabajado como la que más, y gracias a ti hemos podido hacer que la vida de esos niños mejore.

-Quiero decir, esto… A ver, no quiero parecer desagradecida, ni mucho menos –Por dios, Elena, relájate – Lo que pasa es que no esperaba esto. –Sin darme cuenta he apretado los dedos alrededor de la taza haciendo que me duela la mano. Cuando soy consciente, los aflojo lentamente y sigo hablando – De todas formas, estaré encanta de trabajar con el Doctor Martín, si así lo crees conveniente.

-Bien –dice cerrando la carpeta que tenía frente a la mesa – Entonces no hay más que hablar. Si os parece bien, damos por terminada la reunión. Os recomiendo que charléis los dos para conoceros mejor.

Me froto la frente disimuladamente y fuerzo una sonrisa.

-Claro.

La gente comienza a levantarse de las sillas y me doy cuenta de que el Doctor Martín, del cual todavía no sé su nombre de pila, me observa desde la otra punta de la sala.

Consigo levantarme y me dirijo lentamente hacia él, que también se levanta. Cuando estoy a dos pasos, me obligo a alargar la mano y presentarme.

-Doctor Martín, soy Elena Saura – él me estrecha la mano y siento un cosquilleo que va desde la punta de los dedos hasta la base del cuello.

-Por favor, llámame Lucas –dice él aún sin soltar mi mano – Eso de Doctor Martín suena demasiado formal y me hace sentir viejo.

Sonrío nerviosamente y le suelto la mano, ya que empiezo a sentir que mis glándulas sudoríparas se ponen en funcionamiento y no quiero pringarle la suya con mis fluidos. Bueno, al menos no con el sudor de mi mano. ¿Qué? ¿De dónde coño acaba de salir eso?

Siento que me empiezo a poner como un tomate, por mis pensamientos calenturientos, así que me alejo un par de pasos hacia la puerta.

-Encantada, Lucas –digo más alto de lo que debería. A él le debe de hacer gracia mi reacción porque sonríe travieso- Bueno, pues cuando tengas un rato charlamos un poco, ¿te parece?-
Y salgo de la sala antes de que le dé tiempo a contestar, porque necesito poner un poco de distancia con este chico.

Joder, está buenísimo. El doctor Martín es algo así como un Adonis… Debe de tener unos treinta y tantos, moreno, alto, ojos verdes… 

vaya, que me no me sorprendería nada encontrármelo de portada de alguna revista. Y encima es listo… <Puf, demasiado para ti> me grita una vocecita desde mi cabeza. ¡Cállate, puta!

Voy directa a mi despacho y abro el cajón de la mesa donde se encuentra mi bolso. Rebusco entre la montaña de mierda a ver si encuentro el móvil, pero no está. Joder, ya lo he vuelto a perder. De repente, una lucecita se enciende en mi cabeza y me acuerdo de que lo guardé en el bolsillo del abrigo.

Me levanto y voy hacia el perchero, y lo encuentro justo donde lo dejé.

Abro el Whatsapp y les escribo a las Catas.

-Chicas, no os podéis imaginar lo que ha pasado –acompaño la letra con el emoticono amarillo que imita a “El grito” de Munch.

-¿Qué ha pasado? – escribe inmediatamente Sofía.

-Tú deberías estar atendiendo a tus pacientes –le regaño porque sé que está en sus horas de consulta.

-Acaba de salir el último, tonta. Tengo media hora para tomarme un café, ¿bajas?

-Voy.

Me guardo el teléfono en el bolsillo de la bata y cojo la cartera. Vuelvo al pasillo y bajo por las escaleras hacia el tercer piso.

Me encuentro con Sofía en mitad del pasillo y ambas bajamos hacia la cafetería en ascensor. Sofía me mira, esperando impaciente a que le cuente qué ha pasado, pero voy a alargar un poco su angustia.

-Te estás pasando –me dice con una ceja levantada mientras esperamos en la cola de la cafetería para que nos atiendan.

Me río un poco pero espero a que hayamos conseguido los cafés y nos sentemos en una mesa para empezar mi discurso.

-Venga ¿Quieres decirme algo de una maldita vez? –sus ojos azules me atraviesan con odio. Sofía, tan sangre latina ella. Y eso que es de Salamanca.

-Vale, vale. No te enfades –me carcajeo un poco pero, al ver que su mirada de odio aumenta, me calmo y comienzo – Verás, no me han dado el puesto.

-¿¡Qué?! –grita ella.

-Calla, loca, que nos van a echar –me río por su reacción.

-Sí, claro –dice ella mirando hacia atrás a ver si alguien está prestando atención- Bueno, a ver, ¿cómo que no te han dado el puesto?

-Pues resulta que Ferrer quiere aplazar el proceso por el momento. Han contratado a un medico nuevo, Lucas Martín. –le digo mientras echo medio sobre de sacarina sobre mi café con leche.

-¿Lucas Martín? ¿El mismo Lucas Martín que trabajaba en Washington? –dice ella con los ojos como platos.

-Sí, ese mismo. ¿Por? ¿Le conoces?

-Joder, tía. Le conozco yo y todo médico que se precie. ¿Tú no le conocías? –me pregunta sorprendida.

-Pues la verdad es que no… Espera, no será el mismo Doctor Martín que publica en Nature, Cell y todas estas ¿no?

-Hombre, pues ya me dirás. –levanta ambas cejas con esa expresión de <<es que eres tonta>>.

-Joder, Sof, te juro que estaba tan nerviosa que ni se me ha ocurrido pensar que podría ser él…

-Anda que… ya te vale –se mofa un poco de mi – Bueno, ¿y qué? ¿Es un cuarentón sexy o un cincuentón barrigudo?

-Ni cuarentón, ni cincuentón, guapa. Más bien es un treintañero todo buenorro.

-Joder,  pues como esté igual de bueno que ese que entra por la puerta con Ferrer…

Me giro disimuladamente, ya que estoy de espaldas a la entrada, y veo entrar a Antonio y a Lucas charlando tranquilamente. Antes de que se den cuenta, vuelvo a mirar hacia Sofía que está a punto de ahogarse con su propia baba.

-¡Sof, la baba! Que te empieza gotear –me río de ella- Por cierto, sí, es el mismo Lucas.

-Hostia puta, Len. ¿En serio vas a tener que trabajar con santo maromazo? –dice ella con los ojos como platos.

-Eso me temo –digo con resignación- Además, tía, tampoco es para tanto.

-¿Que no qué? Len, de la que subimos, pásate por la consulta que tengo que revisarte la vista.

-Ni de coña – me río de su broma negando a la vez con la cabeza.

Ella me hace un gesto con las cejas que creo que, si no se le ha metido nada en el ojo, quiere decir que se acercan a nuestra mesa.

La veo que sonríe educadamente a alguien detrás de mí y veo a Antonio aproximándose por el lateral.

-Hola Elena, Doctora Solís –mira a Sofía- Vamos a tomarnos un café y charlar un rato. ¿Cómo tienes la mañana? –me pregunta.

-Empiezo consulta a las 11 –miro el reloj y veo que son aún las 10:30- así que todavía tengo un ratito.

-Muy bien –me sonríe con ternura- Os dejo disfrutar del café.

-Hasta luego –decimos las dos.

Lucas, o Doctor Martín que ahora que se quién es no me sale llamarle por su nombre, me echa una mirada y me sonríe. Le hago un gesto con  la cabeza y ambos se sientan en otra mesa.

-Zorra –dice Sofía.

-¿Qué pasa? –pregunto sorprendida por, como diría Estela Reinolds, ese ataque tan gratuito.

-Le gustas.

-Pero, ¿qué dices? ¿Cómo le voy a gustar? –la voz me sale un poco más aguda de lo que debería.

-Hombre, ya te digo yo que sí. No te ha quitado ojo desde que Ferrer se ha acercado a nosotras. Y no es por nada, pero yo también estoy de muy buen ver. –dice con retintín.

-Ay, Sof- me quejo- no me metas pájaros en la cabeza que ya sabes cómo soy.

-Bueno, tú hazme caso. Lo que yo te diga.

Maldigo toda la línea parental de Sofía por meterme esas mierdas en la cabeza. Joder, que soy yo, la que se pilla por el primero que le dice una mongolada.

Evito continuar con el tema mientras terminamos el café. Y no porque no le esté dando vueltas cual loca. Sencillamente es que Sofía me está contando con pelos y señales el polvo que echó antes de ayer con su último rollo y no me parece de buena educación interrumpirle con mis paranoias.  Sería algo así como <<Coitos interruptus>>  Juas, juas, ¡qué chispa tengo!

Cuando por fin termina de relatarme cómo la tenía de dura o por qué agujero le pone más meterla, nos levantamos y volvemos al pasillo en dirección a los ascensores.

La dejo en el tercero y subo al cuarto directamente, volviendo a mi despacho. Allí me espera mi enfermera con la lista de pacientes que tengo para el resto de la mañana y enseguida me entretengo leyendo historiales.

La mañana pasa rápido, así que no me doy cuenta de la hora que es hasta que me rugen las tripas de manera muy poco elegante. La madre de la niña que estoy atendiendo ahora mismo me sonríe y le devuelvo la sonrisa pidiendo perdón por los ruiditos.

Un cuarto de hora después, cuando ya he terminado y estoy recogiendo mis cosas de espaldas a la entrada, llaman a la puerta antes de abrir.

-¿Puedo pasar? –me pregunta una voz masculina que ya reconozco como la del Doctor Martín.

- Sí, claro. Justo salía para comer –le digo aún sin darme la vuelta.

-Ah, bien. Venía a preguntarte si te apetecía comer conmigo.

Dejo de revolver entre los papeles que tengo en las manos y me doy la vuelta rápidamente.

-¿A comer? –pregunto incrédula.

-Sí, claro. Yo tengo que comer y tú ibas también, ¿no? A no ser que ya tengas plan, me gustaría que nos conociéramos un poco más, ya que tenemos que trabajar “codo con codo” – hace el gesto con los dedos de las comillas, para referirse a la expresión que utilizó Antonio en la reunión.

-Eh… Vale, bien –Balbuceo- La verdad es que no tenía plan.

-Perfecto, entonces. ¿Vamos? –Dice saliendo ya del despacho.

-Sí, sí.

Corro nerviosa a recoger el abrigo del perchero y me aseguro de cerrar con llave el despacho antes de irme.



16 comentarios:

  1. ¡Esto comienza a ponerse interesante! Estoy deseando leer más. Un besote :)

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    Respuestas
    1. Bieeeeeennn!!!
      Qué ilusión me hace!! :D
      Creo que subiré un capítulo a la semana! :)

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  2. Hola guapa. Me encató el capitulo, OMG con el morenazo. Ansiosa por e siguiente capitulo. Besos

    ❤ Blog Capricho Literario

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    1. Hola!!!
      Me encanta que te haya gustado!!!
      Pues sí, va a ser mucho morenazo! Jajajaj
      Publicaré la semana que viene el siguiente cap!
      Un besiiito :)

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  3. Love it!!! Cómo me he reido con tus expresiones (bueno, las de Elena!) hahaha
    Y ese morenazo promete muuuucho mucho! Igual que las Catas! Seguro que son un buen clan!
    Deseando leer el siguiente guapi! Una semana entera?? Aaaahhh!!!
    Besitooos! :):)

    María

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    1. Jajajaja bieeeeeeeen!! Me hace tanta ilusión que te guste... En fin, espero saber llevar la historia para que sea interesante!! Solo he escrito 6 capítulos así que poquito a poco...
      En serio, no te haces una idea de lo que me requetencanta leer comentarios así! (Me emociono y todo! Snif snif jaja)
      Muchísimas gracias, de corazón.
      Un besito guapísima!

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    2. Ohhh eres HAMOR como dice nuestra Beta!!
      Seguro que la sabes llevar! Apúntame como fan number one! Jajaja
      Mua mua mua!!

      María

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  4. Bueno, continuamos con la historia Elena y Lucas... veremos cómo termina esta historia...
    Un beso¡¡ genial relato¡¡¡¡

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    1. Sísi! Ya veremos cómo termina!!
      Muchísimas gracias :))
      Un besote!

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  5. Un segundo capítulo muy interesante, espero con ganas la publicación del siguiente :D

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  6. ¡Hola!
    Ostras, me ausento de blogger un día y me lo llenáis de cosas chachis, ya os vale jajaja.
    ¡Me encanta! En serio, mantiene ese toque tan original, fresco y natural y... ¿habrá romance a la vista? *guiño, guiño* casi no sé nada de ese médico y ya les estoy shipeando mucho y muy fuerte... xD
    En fin, que fangirleo mucho, me despido ya jajaj
    ¡Un beso y sigue escribiendo!

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    Respuestas
    1. Guapa!!
      Pues ya me dirás tú si hay romance o no... Desde luego, acercamiento tiene que haber! Jajaja
      Me encanta que te guste!! :D
      Muchísimas gracias :)))
      Un besazoo!!!

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