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viernes, 12 de diciembre de 2014

Capítulo 2

En cuanto suena el despertador a las 8 me levanto, porque sé que si sigo tumbada volveré a dormirme. Hoy tengo que estar en la escuela a las 10 y me lleva casi media hora llegar hasta allí. Me desperezo y voy caminando hacia el baño situado a un lado de mi habitación. Me miro en el espejo y vaya pelos de loca que tengo. Le hago una mueca a mi reflejo y me meto en la ducha. Mmm, que calentita. Me enjabono el cuerpo con mi gel de coco favorito y me lavo el pelo con mi champú con olor a fresa. Permanezco unos minutos más bajo la cascada de agua cantando una canción que se me ha pegado de la radio. Dancing in the mirroorrr, singing in the showeeer. No sé de quién es pero me pone de buen humor y además está bastante contextualizada.

Salgo de la ducha y me seco rápidamente. Me enrollo una toalla en la cabeza a modo de turbante y vuelvo a mi habitación. Entro en el vestidor y me decanto por unos pantalones negros ajustaditos y un jersey color beige gordito. Me pongo mis Ugg color teja y vuelvo al baño a secarme el pelo.

Me maquillo un poco, me arreglo el pelo con las planchas haciéndome unos bucles en las puntas y bajo a desayunar. Sara está sentada en uno de los taburetes de la cocina comiendo  un boll de cereales y leyendo algo en el ipad.

-Miraaa, Alba –me pasa el ipad- Ayer estuve investigando sobre James y he recopilado un montón de información. Resulta que él es originario de Irlanda, aunque lleva varios años viviendo en Inglaterra. Tiene dos hermanos, uno mayor y otro pequeño. Ha cumplido el mes pasado 27 años y lo mejor de todo es que está solteeeero. –lo último lo dice casi gritando.

Miro la pantalla del ipad y está abierto un enlace de Wikipedia. Leo por encima lo que dice y se lo devuelvo.

-No, no- lo empuja hacia mí de nuevo- mira las otras pantallas abiertas.

Abro una de las pestañas del explorador y aparece él vestido con traje negro, camisa blanca y pajarita en un photocall de una fiesta. La siguiente es de él con un grupo de amigos en la playa. Otra es de él con una chica rubia del brazo.

-En esa última estaba con su ex novia, Serena Di Pietro –me informa ella que observa la pantalla desde detrás de mi- Lo dejaron el año pasado ya que por lo visto ella le ponía los cuernos con su mejor amigo. ¿Te lo puedes creer? – grita ella. ¿Quién es esta maruja y qué ha hecho con mi hermana?

-Vaya por dios, hombre… -intento parecer interesada- Qué putada, ¿no? Pobre chico.

-Pues sí… imagínate cómo tiene que estar de bueno el amigo para ponerle los cuernos a él…

Me da la risa. Pues sí. Seguro que el amigo es un bombón. Pero me da igual que me da lo mismo. No le vamos a conocer en la vida.

-Ya –intento mantener la compostura- Oye, no te entretengas mucho con esto que hay que organizar lo de esta noche.

-Que sí, pesada. –refunfuña mientras se levanta de la silla y antes de salir de la cocina se da la vuelta- Ah, por cierto. Ayer le dije a James que podía pasarse esta noche- ¿¡QUÉ!? La mato. La miro y me está sonriendo triunfante.

-¿Qué has hecho, Sara? –la miro con los ojos como platos.

-Mira Albi, se que después de lo de Javi no tienes ganas de conocer a nadie… pero he pensado que quizás os gustéis.

Ya estamos. Mi hermana haciendo de casamentera. Javi es mi ex novio. Estuvimos juntos cuatro años, después de haber sido amigos desde el colegio. Resultó que se marchó de Erasmus y conoció al amor de su vida en Bélgica. No lo he superado todavía, y eso que han pasado más de dos años desde que lo dejamos.

-Sara, ¿cuántas veces te he dicho que no hace falta que me busques un novio?  –le digo de malas maneras, con el ceño frunció. Siento que el enfado me está inundando y solo tengo ganas de salir de casa.

-Oye, no te enfades. No le he dicho nada sobre ti. Simplemente pensé que a lo mejor os caíais bien o algo… no sé.- se encoge de hombros- Además, igual ni viene –intenta parecer indiferente.

Uf, eso espero. Bastante rollo me dio ayer con el chico éste como para encima tener que verle hoy. Ya estaba haciendo ejercicios mentales preparándome para conocerle el sábado…

-Me voy- digo de malas maneras. Me cojo una manzana y salgo de la cocina. Voy al estudio a recoger mis cosas del trabajo y lo dejo todo preparado en la puerta. Subo a mi habitación a lavarme los dientes y coger el bolso y el abrigo.

Cuando bajo las escaleras, Sara está esperándome junto a la puerta.

-Jo, no te vayas así. –me pone pucheros- Solo pensé que sería divertido.

-Vale –le digo de manera cortante- Déjame que se me pase el cabreo, por favor.

Sabe que cuando me enfado tiene que dejarme al menos diez minutos a que se me pase el berrinche. Una vez transcurrido ese tiempo, recapacito y se me olvida.

Respiro hondo, sabiendo que no lo ha hecho con mala intención. Solo está preocupada por mí, ya que no he vuelto a tener ninguna relación desde lo de Javi, salvo algún que otro lío por despecho con unas cuantas copas de más.

-Vale, ya está –digo calmándome- Te perdono… pero no hagas más estas cosas sin consultarme, ¿vale? No quiero enfadarme contigo, Sara. Pero sabes que todavía no estoy preparada para conocer a nadie.

Ella me sonríe tímidamente y me da un abrazo.

-Vale, Al, lo siento –me da un beso. Siempre me llama Al o Albi cuando quiere que no me enfade.

-Me voy, que llego tarde –cojo todas mis cosas y salgo por la puerta.

Justo cuando estoy saliendo se levanta una ráfaga de viento y se me mete una mota de polvo en el ojo. Joder, empezamos bien el día… ¡con lo contenta que yo me había levantado y esto no ha hecho más que ir de mal en peor!

Estoy intentando sacar del bolso un espejito mientras camino con un ojo cerrado cuando me golpeo contra algo. ¡Au! Miro para arriba y me encuentro un par de ojos azules divertidos.

-Vaya, parece que acostumbramos a chocarnos –me dice el chico con una sonrisa.

Pestañeo con el ojo que tengo abierto e intento enfocar a la persona que tengo enfrente. ¡Joder, es James Parker en persona! Pero, ¿qué dice de chocarnos? Ah claro, me ha confundido con mi hermana. Madre mía, en directo es mucho más guapo. El pelo castaño claro está algo despeinado, pero demasiado como para haber sido por el viento. Va vestido con un abrigo de lana negro con grandes botones del que sobresale una bufanda gris anudada al cuello. Sus manos están sosteniendo mis brazos, evitando que me caiga.

-Mmm, creo que me confundes con mi hermana Sara. – le digo educadamente, todavía con un ojo cerrado, mientras doy un paso atrás haciendo que sus manos caigan de mis brazos a ambos lados de su cuerpo.

Él frunce ligeramente el ceño observándome.

-¿Sois gemelas?- pregunta él escrutándome. Me está mirando a los ojos, como si intentara leerme la mente o algo así. Vaya, me intimida bastante.

-Mellizas, sí. –le digo con una sonrisa. Comienzo a rodearle para poder seguir con mi camino. Necesito algo de distancia. Todavía siento un hormigueo en la zona de mis brazos donde él ha posado sus manos.

-Madre mía, pues sois igualitas. Es verdad que ahora que me fijo tú tienes el pelo más oscuro y más largo…-dice él pensativamente.

-Eh, sí. Lo siento. No es que no quiera hablar sobre el color de mi pelo, pero es que tengo que irme a trabajar.- Echo a andar inmediatamente. Él vuelve a fruncir el ceño y me hace un gesto con la cabeza despidiéndose.

-Encantado de conocerte, eh… -me mira interrogante- Soy James.

-¡Alba! –grito mientras me alejo.

Tonta, tonta, tonta. Ahora, encima de saber que eres una torpe como tu hermana, va a pensar que eres una maleducada. Y borde, y antipática, y… ¿pero qué más te da lo que piense de ti un tío al que no conoces de nada? Me reprendo a mí misma. Siendo sincera, el chico es mucho más que guapo, además de alto… me saca más de una cabeza, y por lo que he visto en las fotos tiene muy buen cuerpo, pero lo que más me ha impresionado de él es su mirada. Tiene los ojos de color azul tan claro que casi parecen transparentes… y unas pestañas largas, rizadas y espesas que ya las querrían todas las mujeres del mundo. Sigo caminando hacia la parada de metro, pensando en su mirada como una estúpida, cuando siento que me dan un toquecito en el hombro. Me giro, y ahí está él otra vez, con sus ojos azules preciosos y sus pestañas. Que envidia, oye.

-Perdona por molestarte antes, no quería parecer un estúpido. Por cómo has salido corriendo he pensado que quizás he dicho algo que te haya molestado- me observa serio mientras habla y parece arrepentido por algo.

Vaya, o sea que además de guapo es considerado.

-No, no –le quito importancia haciendo un gesto con la mano- es que justamente se me había metido algo en el ojo y me picaba horrores –intento sonreír.

-Ah, vale –se relaja visiblemente- ¿Vas a algún sitio? Puedo acercarte si quieres.

Pestañeo un par de veces. No, por favor, no seas encantador. No quiero que me gustes. Mi pobre corazoncito loco ya ha sufrido demasiado.

-No te preocupes, de verdad. El metro me deja justo delante del trabajo –sí, delante a dos calles, querrás decir.

-No es ninguna molestia –dice él adelantándose un paso- Espera- se acerca aún más y alarga las manos hacia mi cara.

Me quedo petrificada en el sitio mientras él acerca su cara a la mía. ¿Qué va a hacer? ¿Me va a besar?

Le miro con ojos como platos y él con cuidado me saca algo del ojo.

-Ya está. Tenías una pestaña en el ojo. –me dice mostrándome la pestaña pegada a su dedo.

Estúpida, idiota, tonta. Me riñe mi subconsciente. ¿En serio pensabas que te iba a besar?

Pestañeo varias veces, más por la impresión de haberle tenido tan cerca que por el hecho de que me sacara algo del ojo.

-Vaya, eso ha sido un poco raro, ¿no? –dice él frunciendo el ceño. A continuación sonríe.

Menuda sonrisa. Una hilera de dientes blancos, perfectamente colocados aparece de entre sus labios. ¡Y vaya labios! Tiene el labio inferior ligeramente más grueso que el superior ¿Cómo sería besarlos? El pensamiento sobre besarle hace que me ruborice. Soy consciente de que llevo al menos dos minutos sin pronunciar una palabra,  y debe de pensar que soy retrasada. Sacudo la cabeza para volver en mí y así encontrar las palabras para hablar de nuevo.

-Sí, ha sido un poco raro, la verdad.-suelto una risotada nerviosa mientras vuelvo a echar a andar- pero no te preocupes. Tengo que irme, en serio. Ya nos veremos. –le hago un gesto con la mano mientras acelero el paso.

En cuanto doy la vuelta a la esquina, libero el aire que estaba conteniendo sin darme cuenta y soy capaz de respirar de nuevo. ¿Qué ha sido eso? La última vez que me pasó algo así tenía 17 años y acababa de darme el primer beso con Javi, el chico del que había estado enamorada desde que tenía edad para que me gustaran los chicos.

Vuelvo a sacudir la cabeza varias veces, con la esperanza de que se me pase la tontería. Saco el ipod del bolso y me pongo los auriculares. Empieza a sonar Starlight de Muse y comienzo a cantarla mentalmente.

Entro en la parada de metro medio corriendo, ya que estoy a punto de perderlo, y consigo coger el que me corresponde sin confundirme de línea de puro milagro.

***********

Cuando bajo del metro, salgo a la calle y me encamino hacia mi destino. He recuperado parte de la cordura que había perdido tras haber puesto algo de distancia con James, pero sigo dándole vueltas al asunto. Hacía muchos años que no me sentía como una adolescente, y empiezo a pensar que ni siquiera entonces me comportaba así. Entro por la puerta de la escuela y me encuentro a Linda, la directora. Es una señora de unos cincuenta y tantos años, que se conserva muy bien para su edad, con un aspecto muy bohemio. Lleva su largo pelo rubio platino con mechas blancas sujeto con un alfiler para el pelo, de manera que le caen algunos mechones por la cara.

-Alba, querida. Qué bien que acabas de llegar –levanta la mirada hacia mí con una sonrisa- Me acaba de llamar un chico diciendo que necesita un artista para pintar un mural en una de las paredes de su casa –mira en un cuaderno las anotaciones que ha hecho de la llamada. –Es un chico que se acaba de comprar una casa. Dice que le apetece hacer algo especial en una de las habitaciones –sigue leyendo en su cuaderno- No me ha dicho qué quería en concreto. Dice que le gustaría hablar con el artista para ver si le ayuda a decidirse.

Vaya, esto es algo nuevo. Normalmente la gente tiene bastante claro lo que quiere, incluso aunque sea casi imposible llevarlo a cabo.

-Vale, bueno, hablaré con él a ver cuáles son sus ideas. –me acerco hacia el mostrador de la entrada mientras me desenrosco la bufanda del cuello.

-Mira- me pasa una hoja- estos son sus datos. Llámale hoy, después de las clases. En cuanto tengáis una reunión y decidáis lo que le vas a hacer, me lo dices. Así te puedo liberar de las clases y te dedicas a ello en exclusiva.

Echo un vistazo a la hoja que me ha pasado con sus datos. Derek Launter. Ático en el Soho. Bien, le llamaré por la tarde y concretaremos una cita

Me dirijo al cuarto que han adecentado para que haga de despacho, donde tengo una mesa grande y varios atriles con los cuadros que algunos alumnos me han regalado. No es nada lujoso, pero me resulta acogedor. Tiene una ventana que da a la calle, así que cuando me aburro observo a la gente pasar. Dejo todas mis cosas, me pongo la bata blanca, que está llena de manchas de pintura, para no marcharme la ropa y me dirijo al aula. Aún sigo dándole vueltas al asunto con James. Espero que dos horas de arte me abstraigan lo suficiente como para darle un respiro a mi mente.

*************

-Alba, voy a salir a por algo de comer, ¿te traigo algo?- Paul asoma la cabeza en mi despacho. Levanto la vista de unos bocetos y me encuentro con sus bonitos ojos miel.

Paul es uno de mis compañeros en la escuela de arte. Cuando empecé a trabajar aquí, él me pidió salir un par de veces, pero aún no me sentía preparada y convertí las “citas” en reuniones de amigos, con mi hermana y algunos de los que ya conocíamos aquí. Él lo entendió a la perfección y nunca me ha dicho nada al respecto, así que ahora somos buenos amigos.

-Dame un segundo, que te acompaño- respondo al tiempo que meto los bocetos en una carpeta y me levanto para ponerme el abrigo.

-Vale- se apoya en el marco de la puerta- Me ha dicho Patrick que Charlie y Rach van a ir antes a ayudar a Sara con las cosas, pero que ellos irán con Amy hacia las 8.

-Sí –le digo mientras cojo mi bolso y camino hacia la puerta- Yo en cuanto salga de la escuela voy para casa a echarles una mano.

-Vale, yo iré en cuanto salga también.

Él se retira de la puerta y ambos salimos al hall de la escuela.

-Hasta luego, Linda –digo saludando con la mano a Linda que está hablando con un alumno. Ella se despide de nosotros con la mano.

Salimos a la calle y echamos a andar hacia una tiendecita en la esquina que hacen sándwiches y bocadillos.

Entramos en la tienda y cogemos un par de sándwiches para comer y un par de botellas de agua.

Charlamos brevemente acerca de la fiesta de Amy y volvemos a la escuela.

-No puedo quedarme a comer contigo porque tengo que hacer unas llamadas –le digo mientras entramos por la puerta.

-No te preocupes, tengo que mirar unos bocetos para la próxima clase.

Entro en mi despacho y dejo las cosas en la mesa. Saco la hoja con los datos que me dio Linda y marco el número de teléfono del cliente. Responde a los tres tonos.

-¿Diga?

-Buenas tardes, ¿señor Launter?  Soy Alba Blanco. Le llamo de la escuela de arte Art&Co. Mi jefa me ha dicho que le gustaría hacer un mural en una de sus habitaciones, pero que no sabe exactamente lo que quiere.

-Ah, sí. Llamé esta mañana –dice él. Tiene una voz profunda y parece no tener más de 30 y tantos.- Me gustaría hablar con usted de varias ideas que tengo, pero no estoy muy decidido todavía.

-De acuerdo, yo podría quedar con usted el lunes a las 12, si le viene bien. –le digo mientras hojeo mi agenda para ver los huecos que tengo libres.

-El lunes a las 12 me parece bien. Ya le di la dirección de mi casa a su jefa. ¿Le parece bien que le enseñe la habitación y así poder ver las posibilidades?

-Sí,  me parece perfecto –digo mientras apunto la cita en mi agenda- Bien, señor Launter, nos vemos el lunes a las 12, entonces.

-Hasta el lunes.


**************

La tarde transcurre sin imprevistos y a las 3 ya estoy libre para poder volver a casa. Salgo de la escuela y camino las dos calles en dirección a la parada de metro.

Comienzo a ponerme nerviosa. Espero no volver a encontrarme a James por la zona. Y lo que más deseo es que le haya surgido algún plan para esta noche y no pueda presentarse en la fiesta de cumpleaños.
Consigo llegar a tiempo para entrar en el metro y así no tener que esperar diez minutos en la parada para el próximo. Me siento en uno de los asientos libres y respiro profundamente varias veces. Saco el ipod para ver si un poco de música consigue relajarme.

No puedo creerme que realmente esté tan nerviosa. Hacía mucho tiempo que no tenía esta sensación y la verdad es que no me resulta agradable. Quiero pensar que los nervios provienen porque tengo miedo de que la fiesta sorpresa no salga bien y no por el hecho de encontrarme con James, pero en realidad sé que solo me estoy engañando a mí misma. La fiesta no me pone nerviosa en absoluto. Sé que saldrá todo perfecto. Inconscientemente, he enrollado el cable de los auriculares alrededor del dedo índice, haciendo que la punta se vuelva morada. La señora sentada enfrente de mí me mira y me devuelve una sonrisa de comprensión. Debe de ser evidente mi nerviosismo. 

Cuando me doy cuenta, ya ha pasado casi media hora y tengo que bajarme del metro. Salgo de la estación y empiezo a mirar a ambos lados de la calle. Pero ¿Qué me pasa? Dios, estoy paranoica perdida. No me voy a encontrar con él.

Camino hacia casa con paso enérgico, mirando a todos lados de vez en cuando. Cruzo la calle y abro la portilla que cerca la entrada de casa. Rebusco en mi bolso por las llaves y, cuando por fin las encuentro, abro y entro.

-Holaa, ya estoy aquí- digo al tiempo que dejo mis llaves en la mesita de la entrada. Me quito el abrigo y lo cuelgo en el perchero que hay junto a la puerta. Mmm, huele a bizcocho.

-Holaaaaa, corazón- Charlie asoma la cabeza desde la cocina. –estamos todas en la cocina-Lleva un delantal blanco con corazones rosas que compró Sara hace unas semanas. Está muy graciosa con él.

-Huele de maravilla aquí  -digo olfateando con una sonrisa.

-Ya lo tenemos casi listo- oigo a Sara que me grita desde la cocina.

-Me cambio y bajo a ayudaros- digo mientras subo las escaleras.

Me dirijo a mi habitación. Oigo ruidos de cacharos en la cocina y sonrío. Mi hermana es una repostera estupenda, pero siempre lo deja todo hecho un desastre. Entro en mi habitación y me quito la ropa para ponerme un chándal cómodo. Me pongo las zapatillas de andar por casa, me hago una coleta y bajo corriendo las escaleras.

Cuando entro en la cocina me encuentro a Rachael y Charlotte sentadas en dos taburetes cerca de la isla de la cocina bebiendo vino.

-Yo también quiero uno de esos- digo mientras cojo una copa y me sirvo de la botella que está abierta.

Mi hermana me sonríe y sé que aún está preocupada por la bronca de esta mañana. Le doy un sorbo a mi vino y le devuelvo la sonrisa.

-Paul va a venir antes que el resto –digo mientras me siento en otro taburete al lado de mis amigas.

Sé que Rachael tiene un enamoramiento con él, pero creo que no está interesado. La miro para ver cuál es su reacción y la pillo dándole un largo trago a su copa de vino. Sara me mira y yo me encojo de hombros. Charlie sale al rescate cambiando de tema.

-Will vendrá antes también. En cuanto salga del trabajo.

-Bien, ¿qué queda por hacer?-pregunto yo.

Sara está metiendo en la nevera la tarta de chocolate.

-Solo nos queda decorar un poco la casa- dice mientras coge su copa de vino y le da un trago.
-Genial, ¿lo hacemos ahora?- digo yo levantándome del taburete- Prefiero dejarlo todo preparado ya, así tendré tiempo para darme una ducha y cambiarme.

Todas nos ponemos en pié y vamos al salón para decorarlo todo con globos y guirnaldas. Han comprado una de esas tiras de papel que dice “FELIZ CUMPLEAÑOS” y la vamos a colocar en la pared del fondo, para que la pueda ver en cuanto entré en la sala.

Una vez está puesta la mesa y todas las decoraciones colocadas, miro el reloj y veo que son las seis de la tarde. Hago un repaso a la estancia y pienso que ha quedado perfecta. En la mesa hay diez platos con sus respectivos vasos y cubiertos.

-¿Por qué hay un plato de más? –le pregunto a mi hermana. Ella se da la vuelta y me mira con miedo.

-¿No te acuerdas de que invité a James? –Oh dios, casi lo olvido. Es verdad que le había invitado.

-Pero pensé que vendría después de cenar –digo yo, con mi voz impregnada en terror.

-Me llamó antes preguntándome la hora y le dije que viniera sobre las 8 –dice ella encogiéndose de hombros. Definitivamente tengo ganas de matarla. Mi mal humor acaba de reaparecer, y sé que es a causa de los nervios que ese hombre me provoca.

-En fin, está bien- digo yo saliendo del salón- Voy a ducharme.

Subo corriendo las escaleras. Pero ¿qué te pasa? Me siento estúpida. Es muy frustrante esta sensación. No quiero seguir sintiéndome así. Entro en el baño y me quito la ropa. Una ducha calentita me sentará bien. Me recojo la coleta en un moño con una pinza y me meto en la ducha. Mmm, que gusto. Parece que el agua me quita los restos de un día muy extraño y empiezo a sentirme algo mejor. ¿Qué me pongo? Voy a preguntarle a Sara a ver qué se va a poner. No quiero arreglarme mucho si todo el mundo va informal, pero tampoco quiero ir hecha unos zorros si todos vienen elegantes. Salgo de la ducha tras varios minutos y me seco con paciencia. Me echo crema hidratante por todo el cuerpo. Huele genial. Me miro en el espejo empañado. Lo froto con la mano haciendo un círculo para poder verme la cara. Bueno, quizás me rice el pelo.

Salgo del baño enrollada en una toalla, y me asomo en las escaleras para preguntarle a Sara que se va a poner.

-Vaqueros y un top- me grita de vuelta.- El color burdeos- explica.

Vale. O sea, que irá en su línea, mezclando estilos. El top burdeos es una camisa de tirantes muy finos con encaje por la parte de abajo. Tiene un escote en pico y es bastante sensual, pero al llevarlo con vaqueros le da un estilo más informal.

Entro en mi vestidor y me decido por un vestido negro de algodón de manga francesa que me llega a mitad de muslo. Es bastante ceñido en la parte superior, de cuello redondo y tiene mucho vuelo en la falda. Como no voy a salir de casa no hace falta que me ponga medias, y completaré el look con unos botines planos de ante con hebillas en los lados de color beige.

Vuelvo al baño para maquillarme y arreglarme el pelo. Definitivamente me voy a hacer unos buenos rizos, para darle un poco de volumen. Me hago la raya del ojo, rímel, corrector, colorete y brillo de labios. Hago un último repaso a mi aspecto en el espejo de cuerpo entero que hay en la puerta del baño y decido que estoy bien así.

Cuando bajo las escaleras oigo la voz de Paul. Ya deben de ser más de las 7. Entro en el salón y está charlando con Charlie y Rachael sobre algo. Cuando sienten mi presencia todos se giran hacia mí para mirarme brevemente, pero Paul se queda observándome más tiempo de lo normal. Sé que Rachael se da cuenta porque sus ojos están tristes. Decido no darle importancia a la actitud de Paul y hablar para romper la tensión del momento.

-Hola, Paul- le saludo con una breve sonrisa. -¿Sara está cambiándose?-les pregunto a las chicas.

-Sí, bajará enseguida- me responde Charlie.

-Vale, voy a por otra copa de vino- me doy la vuelta en dirección a la cocina.

Me lleno una copa de vino y me la bebo de un trago. Me incomoda un poco la actitud de Paul, aún más sabiendo que Rach siente algo por él. No sé si él se habrá dado cuenta, pero no me gusta la sensación que me deja en el cuerpo. Vuelvo a rellenarme la copa de vino y le doy un sorbo más corto sentándome en el taburete.

Llaman a la puerta. Miro el reloj de la pared. Son las 8 menos cuarto. Debe de ser Will. Mientras pienso quien puede ser, oigo que Charlotte abre la puerta y habla con alguien. Por la conversación deduzco que no es Will así que me levanto y asomo la cabeza por la puerta de la cocina para ver quién es. James. No, no, no… se me para el corazón. Está guapísimo con su abrigo negro. Charlie le deja pasar y él se quita el abrigo y lo cuelga en el perchero. De repente nuestras miradas se cruzan y me doy cuenta de que estoy inclinada sobre el marco de la puerta con medio cuerpo fuera de la  cocina mirándole como una tonta. Él me sonríe y yo le devuelvo la sonrisa. La mía es una forzada. Tras varios segundos mirándonos, desvío la mirada hacia Charlotte que observa la escena con sorpresa. Nunca me ha visto así y creo que le hace gracia. Oigo los pasos de mi hermana bajando la escalera y me siento aliviada. Que lidie ella con él, que ha sido la que le ha invitado. Antes de volver a la cocina le dedico una mirada rápida a Charlie y veo que me mira con una sonrisa maliciosa. Está intrigada por mi reacción, y yo también.

Vale, ahora vuelvo a necesitar otra copa de vino. Me termino la que ya tenía empezada y vuelvo a servirme otra.

-Alba, ya vas por la tercera –me reprende mi hermana mientras entra en la cocina. ¿Cómo sabe que me he bebido una antes? La miro con el ceño fruncido y ella levanta las cejas como diciendo <<te conozco perfectamente>>. Suelto un gruñido y me levanto de la banqueta rápidamente haciendo que rechine contra el suelo.

Vuelvo al salón para encontrarme a James charlando con Rachael y Charlie, que le observan embobadas mientras habla, con la boca ligeramente abierta. Otras dos que se unen al club de Yo-corazón-James. Genial.

Vuelven a llamar a la puerta, y éste sí que debe de ser Will. Salgo corriendo hacia la puerta,  la abro inmediatamente y en efecto, es él.

Nos apiñamos todos en el salón, esperando que Patrick nos llame para avisarnos de que están llegando. Al cabo de unos minutos suena el teléfono y nos escondemos detrás de los muebles esperando para darle la sorpresa.

Se oyen unas voces desde fuera, y al poco la puerta de la calle se abre. Amy se ríe por algo que le acaba de decir Luke, y cuando entran en el salón todos gritamos:

-SORPRESAAAAAA.

Ella se queda unos segundos en silencio, con la boca y los ojos abiertos de par en par y, a continuación, comienza a reírse. Le pega un codazo cariñoso a Patrick, que es su novio, y los tres avanzan hacia nosotros.

-¡Me teníais todos engañada!

Cada uno le damos un beso y un abrazo, y Sara y yo le tiramos 26 veces de las orejas.

-Oye,  que solo cumplo 25 -se queja ella poniendo un puchero mientras se frota la oreja dolorida.

-El 26 es el de regalo- dice Sara riéndose.

Nos acercamos a la mesa y yo ayudo a Sara a traer la comida. Ha preparado un poco de todo. Mezcla de comida española e internacional. Hay pizzas, tortilla de patata, ganchitos y ese tipo de cosas, nachos… en fin, la típica comida de fiesta de cumpleaños de niños.

Cuando vuelvo a la mesa con varios platos en la mano, me doy cuenta de que me toca sentarme al lado de James. Mierda, joder, yo había elegido el sitio al otro lado de la mesa. ¿Por qué me lo han cambiado? Fulmino a Charlotte con la mirada cuando la encuentro sonriéndome divertida. Lo ha hecho a propósito la muy traidora. Entrecierro los ojos y le echo un pulso con la mirada. Ella se echa a reír y todos nos miran. Me da vergüenza pedir que me cambien el sitio, ya que no quiero que piense que tengo un problema con él, así que no me queda más remedio que sentarme a su lado.

-Albiiiii, ayúdame a traer esto- grita Sara desde la cocina. Me vuelvo a levantar y la encuentro con una bandeja llena de copas. –He preparado margaritas –dice ella emocionada. Cojo la otra bandeja que está en la encimera y ambas vamos hacia el salón de nuevo.

-Margaritas para todooos- dice Sara.

Vamos pasando la bandeja para que todo el mundo coja una copa y cuando ya los hemos repartido ella vuelve a la cocina para traer una jarra con más coctel. Estupendo, porque necesito beber para pasar esta noche.

Me siento al lado de James y noto que él se tensa a mi lado. Sin querer nuestros brazos se rozan y siento que algo extraño me sube hasta el cuello. Como una descarga de electricidad. Intento pasar el resto de la cena sin tocarle, pero inconscientemente me encuentro deseando que él lo haga. Alguna vez nuestros dedos se han rozado al coger algo al mismo tiempo, pero ambos hemos hecho como si no lo notáramos. Yo ya me he bebido tres margaritas, más las copas de vino de antes de cenar, y he de reconocer que estoy bastante borracha. Me río de todas las tonterías que dice Luke hasta casi atragantarme y sigo sirviéndome margaritas hasta que Sara me agarra de la mano en la que tengo la jarra, y me echa una mirada como diciendo <<para ya>>. Le saco la lengua y ella pone los ojos en blanco. Estoy más relajada así, borracha, y ya no me siento tan intimidada con James, que sigue sentado a mi lado. Parece que a todo el mundo le ha caído estupendamente, y la verdad es que el chico es majo.
Cuando acabamos de cenar, el género masculino se levanta de la mesa para recogerlo todo. Mientras, nosotras ponemos música y apartamos el sofá y la butaca para dejar hueco a una improvisada pista de baile. Forever Young de Alphaville empieza a sonar y yo me dejo llevar por la música, cerrando los ojos y moviendo las caderas al ritmo de los acordes. Me siento tan mareada y feliz, borracha como una cuba, que no me entero de cuando los chicos vuelven al salón ni como las canciones pasan. Yo simplemente tengo los ojos cerrados y me muevo al ritmo de los acordes. Varios minutos después siento como unas manos me agarran por la cintura desde detrás. Sé que es Paul por el olor de su colonia, pero no me importa. Estoy bien así, y me doy cuenta de que un apoyo no me viene mal. Comenzamos a bailar los dos al mismo ritmo. Él con su pecho pegado a mi espalda. De repente, su aliento está en mi cuello y sus manos en el límite entre mi vientre y lo que no es. Siento algo duro en el culo y me asusto. Oh, dios, pero ¿qué estoy haciendo? Me despego inmediatamente de él, que me mira sorprendido. Madre mía, espero que Rach no me haya visto. Ya no estoy tan borracha. Se me ha pasado todo del susto. La busco con la mirada y veo que no está en el salón. Menos mal.  Por suerte, han bajado las luces hasta el punto que parece que estamos en una discoteca. Charlie y Will se están dando el lote en el sofá, bastante desinhibidos. Parece que el alcohol nos ha hecho efecto a todos. Sigo mirando horrorizada a Paul mientras me alejo de él caminando hacia atrás. Noto una mirada en la espalda por lo que me giro y veo que James me observa desde la otra punta del salón. Está apoyado contra la pared, bebiendo una copa. Tengo que alejarme de Paul como sea, así que me acerco a él. Me da un poco de pena que esté solo.

-¿Te lo estás pasando bien?- le pregunto con cautela.

Él me mira durante unos segundos, le da un sorbo a su bebida y vuelve a mirarme.

-¿Por qué me evitas?- me pregunta sin responder a mi pregunta. Su tono es serio y está mirándome a los ojos.

-Me pones nerviosa- respondo yo tímida, encogiéndome de hombros. Ahora que ya no estoy tan borracha me vuelve a intimidar ligeramente.

-Tú a mí también me pones nervioso –sigue mirándome a los ojos de esa manera que parece querer leerme la mente. ¿Por qué me mira así? Tiene el ceño ligeramente fruncido, como si estuviera intentando saber por qué nos pasa esto. –Creo que es atracción –responde él tras varios segundos.

-¿Te atraigo? –pregunto yo en un susurro. Él a mi me atrae muchísimo, pero no esperaba que yo a él también. No de la misma forma, al menos.

-Creo que la palabra atracción se queda corta para describir lo que me pasa contigo –sigue mirándome a los ojos, y yo cada vez me siento más pequeña. ¿Dónde está el chico que me sacó una pestaña del ojo esta mañana? Parecía mucho más amable. Ahora estoy totalmente intimidada por esa mirada feroz que me está dedicando. De repente, su gesto de suaviza y me coloca un mechón de pelo detrás de la oreja. En todo este rato no hemos dejado de mirarnos a los ojos. -¿te apetece bailar conmigo? –me pregunta en un susurro. –Te prometo que no pienso restregarme contra ti –le lanza una mirada asesina a Paul, que nos observa desde el otro lado del salón.

No me salen las palabras, así que asiento con la cabeza. Él me coge de la mano y me lleva a la pista improvisada. Coloca mi mano en su hombro, y la suya en mi espalda. Me acerca a él, y comenzamos a mecernos al mismo tiempo. Seguimos con los ojos pegados el uno al otro, apenas sin pestañear. Me siento totalmente hechizada por sus ojos, y veo que a él le ocurre lo mismo. Al cabo de unos segundos sonríe y yo tengo que sonreír de vuelta, aunque la mía es una sonrisa tímida. Seguimos bailando durante varias canciones, y yo me voy relajando progresivamente hasta apoyar mi cabeza en su hombro. Él me abraza más fuerte con el brazo que tiene en mi espalda, y pega nuestras manos unidas a su pecho. Mmm, estoy tan a gusto que hasta cierro los ojos. Huele estupendamente. A colonia masculina y suavizante de ropa. Lleva un jersey de pico gris oscuro y unos vaqueros negros. Está tan guapo. Mejor dicho, es tan guapo…. Me doy cuenta de que hace rato que no siento al resto del grupo. Es como si estuviéramos en una burbuja los dos solos. Levanto la cabeza de su hombro y él me mira agachando la cabeza.

Sus ojos van de mis ojos a mis labios varias veces, y sé que va a besarme. Yo también le miro los labios y entreabro los míos para dejar salir el aire que estaba reteniendo. Supongo que lo interpreta como luz verde porque comienza a agachar lentamente su cabeza hacia la mía mirándome alternativamente a los ojos y a los labios. Cierro los ojos anticipándome al beso y siento su cálido aliento acercarse a mi boca. Soy consciente del suave roce de sus labios sobre los míos y se me escapa un gemido de satisfacción desde la garganta. Abro ligeramente los labios, permitiéndole la entrada, y mete su lengua en mi boca. Es un beso lento, sensual, apasionado y, mientras, seguimos meciéndonos al ritmo de la música. Me encuentro con su labio inferior, ligeramente más grueso que el superior y tiro de él entre mis dientes. Él gime y me abraza aún más fuerte. Seguimos así durante unos minutos, jugueteando con nuestras bocas, hasta que alguien me golpea en el hombro.

-Albi, estos se marchan- me dice Sara mirándome a los ojos y señalando con la mano hacia la entrada. Sé que está sorprendida por mi actitud. Yo no voy besándome por ahí con chicos a los que acabo de conocer. Miro a James y él me está observando sin soltarme de su abrazo.
Me libero de su agarre, posando mis manos sobre sus bíceps suavemente, y voy al recibidor para despedirme de todos. Al cabo de un momento, James viene también y se pone el abrigo.

-Yo también debería irme- dice mientras se lo abrocha. No puedo evitar sentirme algo decepcionada aunque sé que es lo mejor.

-Vale –le digo con una sonrisa tímida. A la luz de la entrada me siento expuesta, y me está dando mucha vergüenza. Soy como una adolescente llena de hormonas.
Él se acerca a mí de nuevo y me da un beso ligero en los labios.
-Te llamo mañana –me dice mientras sale.

Yo le digo adiós con la mano y observo cómo se marcha apoyada en el marco de la puerta. Sara está a mi lado, viendo a todo el mundo irse, y cuando no hay nadie a la vista, cerramos la puerta.

-¿Qué ha sido eso? –me pregunta ella con el ceño fruncido.

No lo entiendo. Era ella la que quería que me liara con él, ¿no? Le devuelvo el ceño fruncido y ella me mira con preocupación.

-A ver, no me malinterpretes –dice ella rápidamente- me encanta que lo hayas hecho, pero es que no es tu estilo en absoluto. Además, hace unas horas estabas horrorizada por el hecho de que él viniera.

-Dios, Sara- suelto un gruñido de frustración y me froto la frente con la mano- Es que creo que me gusta de verdad- digo tapándome la cara con las manos.

-¿Cómo te va a gustar, Alba? Os acabáis de conocer- dice ella con una ceja levantada.

-No te lo he dicho porque no he tenido tiempo pero, en realidad, nos conocimos esta mañana. Nos chocamos, él pensó que eras tú, y no sé, tía, fue muy raro –digo con cara de preocupación- Desde que estuve con Javi no había sentido algo así. Fue como… como un flechazo. Y no porque es guapísimo, porque ya le había visto en fotos… no sé, creo que es por la forma en la que me mira, o lo que siento cuando me toca… -frunzo el ceño- estoy muy confundida, Sara –añado lloriqueando.

Ella me está escuchando y según voy hablando se le va dibujando una sonrisa en la cara. Seguimos ahí paradas, al lado de la puerta de casa. Cuando termino, me da un abrazo muy fuerte y me dice:

-Cuanto me alegro, Albi. Estás recuperando tu corazón roto. –sonríe de oreja a oreja. Me da un apretón y me empuja por los hombros para subir por las escaleras. –Vamos, ¡A dormir! Que mañana será otro día.

Llego a mi habitación y me miro en el espejo. Madre mía, tengo una pinta horrible. Los rizos deshechos, la raya del ojo ligeramente corrida en las esquinas, coloretes en las mejillas, la frente sudada... No puedo mirarme más. Me quito el vestido y las botas, y me pongo el pijama. Voy al baño de Sara, que está lavándose los dientes, con mi cepillo en la mano. Me pasa la pasta y nos lavamos los dientes juntas mirándonos en el espejo y haciendo el tonto como cuando éramos pequeñas. Después, me desmaquillo y hago pis. Me despido de ella, que ya está metida en la cama para cuando termino y vuelvo a mi habitación.

Aún estoy algo mareada por el alcohol y los besos, pero siento que mis párpados van cediendo al sueño y a todas las emociones intensas que he sentido hoy, que me han dejado agotada. No quiero darle muchas vueltas a todo lo ocurrido así que como dice Sara, mañana será otro día. 

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