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domingo, 14 de diciembre de 2014

Capítulo 3

Me despierto al oír ruidos en casa. Hoy no tengo que ir a la escuela ya que me toca ir mañana sábado. Miro el reloj de la mesilla que marca las doce. Vaya resaca que tengo. Me levanto de la cama con cuidado de no mover mucho la cabeza, que me retumba. Parece que mi cerebro se ha despegado del cráneo y está dando botes libremente. Se oyen más ruidos desde abajo. Me pongo las zapatillas y salgo de la habitación rascándome el cuello. ¿Por qué bebería tanto anoche? La cabeza me va a explotar. Voy al baño para lavarme la cara y cuando me miro en el espejo pego un salto. ¡Vaya ojeras que tengo! Voy a proponerle educadamente a mi querida hermana que deje de hacer ruidos o si no tendrá que vérselas conmigo. Me hago un moño rápido ya que no tengo ganas de peinarme y bajo las escaleras para ir a la cocina.

Sara está tarareando una canción mientras cocina algo. Mmm, huele a crepes. De repente, siento que se me revuelve el estomago. Salgo pitando al aseo de la planta de abajo y vomito las tripas. Puag, definitivamente no puedo volver a beber tanto. Al cabo de unos segundos, siento que la puerta del baño se abre y entra Sara preocupada.

-Madre mía, Alba, ¿estás bien? –dice ella mientras se acuclilla detrás de mí y me pone una mano en la frente.

Yo sigo vomitando todo el contenido de mi estomago hasta que ya no queda nada. De vez en cuando me dan arcadas que hacen que se me contraiga todo el cuerpo. Cuando parece que ha pasado la tormenta, Sara me suelta y coge una toalla que moja con agua fría. Me la pone en la nuca mientras se sienta a mi lado en el suelo. Me acaricia la espalda de arriba abajo de manera tranquilizadora. Yo tengo la cara apoyada en la taza, que está fresquita y me alivia ligeramente el dolor de cabeza.

-Uf, que mal –consigo decir cuando se me pasan las nauseas –no me dejes beber así nunca más.

-Jaja cualquiera te paraba, guapa –dice ella con una risa irónica mientras se levanta.

Me ayuda a levantarme del suelo y me dirige hacia el salón. Me suelta un segundo frente al sofá y coloca varios cojines para que apoye la cabeza.

-Venga, túmbate ahí, borrachina –me dice empujándome ligeramente hacia el sofá– te voy a traer un ibuprofeno para esa resaca tan fea que tienes.

Sale del salón y vuelve al cabo de un minuto con un vaso de agua y un ibuprofeno. Me lo bebo sin rechistar y me quedo tumbada sin moverme. Siento que los párpados me pesan de nuevo y vuelvo a dormirme.

*****************

-Está durmiendo. Se ha levantado con una resaca tremenda.-oigo a Sara hablar con alguien en la puerta de casa.

Siento que el dolor de cabeza ha desaparecido y ya no tengo el estomago revuelto. Menos mal, odio sentirme mareada.

Me incorporo en el sofá y miro el reloj que está en el DVD. Las 15:00. Madre mía, vaya horas.

Me levanto y me dirijo hacia la puerta. ¡Es James! Y yo con unas pintas horribles… Cuando me ve, sonríe y yo solo quiero que se me trague la tierra. A saber el careto que debo de tener.
-Hola dormilona –me dice él con voz risueña.

-Hola –consigo decir con voz ronca- ¿Qué haces aquí?

-Te he estado llamando por teléfono, pero como no cogías pensé que me estabas evitando de nuevo –dice él encogiéndose de hombros.

-Ah, no… solo estaba muriendo un rato –digo yo con ironía.

Él sonríe, una sonrisa de verdad. Entra en el salón y me mira.

-Estás muy guapa –dice aún sonriendo. Estoy segura de que tengo una pinta terrible.

-Sí, seguro… voy un segundo al baño- salgo del salón, rodeándole, y echo a correr a mi habitación.

Me miro en el espejo de mi habitación, y como esperaba, tengo una pinta horrible. El moño medio desecho, los ojos un poco rojos y con ojeras. Ay, y encima llevo el pijama más ridículo que tengo, con un dibujo de Mickey Mouse. Me voy al baño corriendo y me doy una ducha lo más rápido que puedo. El agua me sienta tan bien, llevándose toda la mugre y restos de la borrachera… Cuando salgo me seco rápidamente el cuerpo y me enrollo una toalla en la cabeza. Voy a mi habitación y me pongo unos vaqueros ajustados y una camiseta de manga francesa con botones en el escote de color marrón. Vuelo al baño para lavarme los dientes, ya que la boca me sabe a destilería. Me seco el pelo enérgicamente con la toalla, me lo cepillo y le doy un poco de forma con las manos. Me aplico un poco de corrector y ya está, no hay tiempo para más.

Vuelvo al piso de abajo y me encuentro a James y a Sara charlando sobre algo.

-Mírala, ya vuelve a ser persona- dice mi hermana con una sonrisa.

-Ja-ja- digo yo con ironía- sabes que no me sienta muy bien el alcohol –añado en un susurro.

-Y entonces ¿por qué bebiste tanto?- me pregunta James con una ceja levantada.

Como no quiero responder la verdad, que era para poder llevar mejor estar cerca de él, me encojo de hombros. No sé si está satisfecho o no con mi respuesta (o mejor dicho, mi no respuesta) pero no dice nada más.

-James me decía que esta tarde va a ir con un amigo suyo a ver una peli al cine, que si nos apetecía unirnos- dice Sara mirándome con los ojos bien abiertos. Ya sé qué significa esa mirada, y como no tengo ganas de discutir con ella acepto el plan.

Sara se levanta para dejarnos un poco de intimidad y yo me siento en mi butaca favorita, que vuelve a estar junto al sofá. James me mira desde su asiento y estamos así en silencio varios minutos.

-¿Estás mejor?- me pregunta él al fin.

-Sí, gracias –respondo yo con una sonrisa tímida.

-Alba, quería decirte que… lo de ayer… me gustó mucho. –dice mirándome a los ojos. Su postura está algo rígida y creo que está nervioso por mi reacción.

-A mi también- respondo yo en un susurro. Veo que su mirada se dulcifica y que sonríe ligeramente. Joder, es que es tan guapo. Suspiro y le devuelvo la sonrisa.

Levanta una mano como pidiéndome que me levante y me siente con él y lo hago. Cuando me acerco a él sus dedos atrapan mi mano y tira de mí suavemente para quedar sentada a su lado. Estoy de lado, de frente a él que también se ha girado para mirarme. Estamos en silencio, pero no es un silencio incomodo. Él me observa, y poco a poco levanta una mano y me acaricia la cara.

-Eres tan guapa- dice en un susurro. Ay, me muero… yo sigo mirándole embelesada. Quiero decirle que él sí que es guapo, pero estoy segura de que ya lo sabe.

-Tú también- consigo responder. Él sonríe ampliamente y va acercando su cara a la mía. Sus ojos se desvían de los míos para mirar a mis labios y un segundo después nuestras bocas están juntas. Es un beso comedido al principio, pero poco a poco se vuelve más salvaje. Yo me acerco a él, poniéndome de rodillas sobre el sofá y agarrándole del pelo, mientras él me atrae hacia sí mismo posando las manos en mis caderas. Finalmente acabo sentada a horcajadas sobre él mientras el beso se va volviendo más y más intenso. De repente, oigo a Sara dar un gritito en la puerta del salón y ambos nos separamos respirando dificultosamente a causa del beso. Yo sigo sentada encima de él, con las manos en su pelo, con mi frente sobre la suya, mirándonos a los ojos. Es el momento más íntimo que he compartido con un chico desde hace meses, pero aún así lo siento distinto a cualquier otro. Seguimos resollando unos segundos y por fin soy consciente de que Sara sigue observándonos desde la puerta del salón. La miro y ella está de piedra.

-Solo quería deciros que yo ya estoy lista –dice en voz baja, ligeramente avergonzada. Yo me levanto del regazo de James y, tras pedirle perdón silenciosamente a mi hermana con la mirada, digo:

-Yo tengo que arreglarme un poco –estoy casi saliendo del salón- Tardaré un minuto.

Subo corriendo las escaleras y me voy directa al baño. Me apoyo en la puerta una vez que está cerrada y respiro hondo varias veces. Madre mía, ¿qué me pasa? Este chico me revoluciona las hormonas de una manera alucinante… creo que nunca me había desatado tanto, ni siquiera con Javi. Al menos no al principio de la relación, eso seguro. Cuando consigo tranquilizarme un poco, termino de maquillarme echándome un poco de rímel y colorete. El pelo ya se me ha secado y ha quedado bastante decente. Enciendo las planchas para arreglarme el flequillo. Me hago un par de ondas hacia atrás en la parte de delante para que no se me eche el pelo en la cara y cuando acabo voy a mi habitación para ponerme unas botas. Decido ponerme unos botines de tacón Jeffrey Campbell de color marrón tostado y cojo un bolso en el mismo tono. Último vistazo en el espejo y lista. Bajo las escaleras y me encuentro con James y Sara ya con el abrigo puesto esperando por mi junto a la puerta.

-Ya estoy- digo con una sonrisa nerviosa. Cojo el abrigo del perchero y me lo pongo. Sara abre la puerta y sale a la calle. James me observa sonriendo mientras me abrocho el abrigo y me hace un gesto con el brazo para que salga delante de él.

-Las señoritas primero- hace una falsa reverencia y a mí me entra la risa.

Salimos a la calle y nos dirigimos hacia el coche de James aparcado en frente de casa. Es un Porsche Cayenne de color blanco. Sara entra en el asiento de atrás y yo me siento delante, junto a James.

Él conduce en silencio hacia el cine. Hemos quedado a las cinco con su amigo en la entrada de un centro comercial.

Cuando llegamos, nos cuesta encontrar aparcamiento, pero tras varias vueltas aparece un hueco vacío próximo a la puerta. James aparca y los tres salimos del coche.

Caminamos hasta la entrada y vemos a un chico alto con el pelo oscuro. Tiene el pelo liso un poco largo. Lleva una camisa blanca metida por dentro de unos pantalones gris oscuro. Se puede observar que tiene una magnifica figura también y es muy atractivo. Nos acercamos a él y James le estrecha la mano, terminando atrayéndose en un abrazo acompañado de varias palmadas en la espalda. El típico saludo de hombres. Sara y yo nos quedamos detrás observando la escena. La miro de reojo y ella está mirando al chico con los ojos como platos. Sé que le gusta solo por la manera en que se toquetea el pelo. James se aparta hacia un lado y nos lo presenta.

-Derek, estas son Sara –señala a mi hermana y ambos se dan la mano- y Alba –Derek me ofrece la mano también. Me sostiene la mirada durante unos segundos y mira a James.  Después me suelta y estoy casi segura de que se han dicho algo con los ojos.

-Encantado –dice Derek sonriéndonos a ambas.

James me mira también y me coge de la cintura mientras entramos dentro del edificio. Los cuatro caminamos hacia los cines. Sara y Derek están hablando sobre la peli que vamos a ver. Por lo visto está siendo un éxito en todo el mundo. James sigue sujetándome por la cintura, y yo le miro de reojo. Le encuentro observándome con una cara divertida.

-Creo que se han caído bien –me susurra al oído señalando con la barbilla a mi hermana y Derek que hablan animadamente.

-Eso parece –digo yo, también sonriendo – Sara es muy sociable. Mucho más que yo –me encojo de hombros.

-Sí, ya he visto que sois muy distintas –dice él mirándome- Al menos en personalidad, porque físicamente sois casi iguales.

Me paro y me giro para mirarle de frente. Él se para también, ya que seguimos agarrados. No sé como tomarme eso. Frunzo ligeramente el ceño y él sonríe con ternura. Me acaricia la frente arrugada con el dedo pulgar.

-Pero me gustas tú mucho más –me susurra al oído, y me sube el brazo a los hombros acercándome más a su lado –Eres muy misteriosa, Alba.

Mi ceño se disuelve y sonrío como una niña pequeña. Paso mi brazo por su cintura y me agarro a la trabilla de sus vaqueros con el dedo pulgar mientras reanudamos el paso.

Llegamos a las taquillas y Derek compra las entradas para los cuatro. La peli empieza dentro de quince minutos, así que tenemos el tiempo justo para comprar palomitas e ir al baño.

Le entregamos las entradas al chico de la puerta y nos indica la sala. Sara y yo vamos al baño mientras los chicos piden las palomitas y las bebidas.

-Madre mía, Alba, ¿has visto a ese tío? –dice ella en cuanto entramos en el baño. –Está buenísimo. ¡Y me ha dicho que es director de cine! –ella comienza a dar palmitas y saltitos.

Espero que nadie esté escuchando a la tontita de mi hermana, porque me está dando vergüenza ajena.

Le pongo los ojos en blanco y entro en un cubículo para hacer pis. Cuando salgo ella está lavándose las manos.

-Os he visto a ti y a James muy cariñosos –me dice ella sonriéndome desde el espejo.

-Bueno, es que es muy mono –respondo encogiéndome de hombros. Me lavo también las manos y cojo un trozo de papel para secármelas. Ella está mirándome con esa expresión de “ya sabía yo que te iba a gustar”. Le doy un empujón con la cadera y ella se echa a reír.

Salimos las dos del baño y ambos chicos están con dos cubos de palomitas y un par de bebidas.

Echamos a andar hacia ellos y los cuatro nos dirigimos hacia la sala. Entramos en ella y buscamos nuestras butacas. Derek pasa primero, seguido por Sara. James me hace un gesto con la cabeza para que pase primero y él camina detrás de mí. Cada uno se sienta en su asiento y al poco las luces se apagan y comienzan los anuncios. James me da el cubo de palomitas y coloca la bebida en medio de los dos. Cojo una palomita y me la meto en la boca. Mmm, que rica. Ahora que me doy cuenta, no he comido nada en todo el día y estoy muerta de hambre.

La peli comienza y la sala se queda en absoluto silencio. James coge palomitas del cubo y me sonríe. Yo le devuelvo la sonrisa.

Me está gustando esta película. Trata sobre espías y tiene una trama muy interesante. Cuando miro a mi hermana me doy cuenta de que está haciendo manitas con Derek. ¡Qué descarada! Les miro, perpleja, y le hago una seña a James con la cabeza. A él le da un ataque de risa, que acompaño. Esto es surrealista, por dios, ni que tuviéramos quince años. Alguien nos manda callar desde las filas de atrás así que tratamos mantener la compostura y seguir viendo la película.

Cuando termina, los cuatro vamos a cenar por ahí. No tengo mucha hambre ya que me he zampado medio cubo de palomitas, pero aún así vamos a un restaurante que está cerca del centro comercial.

Cuando llegamos, la camarera nos saluda muy animadamente y se queda mirando a ambos chicos. No sabe por cual decidirse, la muy zorra. Yo la miro con una ceja levantada, hasta que ella me mira, se ruboriza y sonríe tímidamente. ¡Sí, guapa, te he pillado mirando a mi chico! ¿Mi chico? Frena el carro, Alba.

-Hola, señor Parker, ¿mesa para cuatro?- vaya, ¿se conocen?

Él asiente con la cabeza y la seguimos a una mesa libre.

-¿Os conocéis?- le pregunto yo en un susurro. No me gusta estos sentimientos de celos que me están creciendo en el estomago. ¿Qué pensabas, mona? El tío está como un tren. Se habrá tirado a medio mundo.

Él niega con la cabeza y se encoge de hombros.

-Me pasa a menudo. La gente empieza a reconocerme por las campañas de Calvin Klein.

Suspiro aliviada. Claaaro. Yo debo de ser la única mortal del sexo femenino que no le conocía, porque estaba demasiado ciega para ver más allá de mi propia mierda.

Le sonrío tímidamente y él me devuelve la sonrisa.

Nos sentamos en la mesa. Derek y Sara en un lado y James y yo en el otro. Pedimos una ensalada para compartir y luego un plato para cada uno. Yo me decanto por solomillo con foie. Comemos y charlamos tranquilamente. Derek y James nos cuentan anécdotas sobre su trabajo y Sara hace comentarios acerca de sus pruebas. Yo escucho divertida todas las historias pero no entro en detalles sobre mi trabajo. Aunque me encanta, soy consciente de que una vez que empiezo a hablar sobre ello no puedo parar. Además, aún tengo un poco de resaca, así que prefiero escuchar como hablan.

James me aprieta la pierna por debajo de la mesa y le miro. Está observándome serio. Sus ojos me escrutan y nos quedamos mirándonos el uno al otro durante unos instantes. Alguien carraspea y salimos de nuestro estado hipnótico. Vaya, parece que nos pasa a menudo. Continuamos con la conversación hasta acabar con toda la comida y James se adelanta a pagar la cuenta de todos. Yo miro a Sara que se encoge de hombros. La próxima pagaremos nosotras. No me gusta mucho ese rollo de que por ser chicas los tíos tengan que invitarnos y sé que a Sara tampoco, pero a veces es mejor no dar mucho la nota en cuanto a eso y ser más rápida la siguiente vez.

Salimos del restaurante y volvemos al aparcamiento del centro comercial. Derek tiene aparcado un Aston Martin DBS de color negro unas filas más allá del coche de James. Sara y él se despiden con un breve abrazo y yo le hago un gesto con la mano. Nos metemos en el coche otra vez en silencio y escuchamos Iris de los Goo Goo Dolls que suena en la radio mientras salimos del aparcamiento. Me encanta esta canción. Voy cantando la letra mentalmente y creo que es la primera vez que me paro a pensar en lo que dice. Me siento bastante identificada con parte de la canción.

Seguimos conduciendo en silencio hasta llegar a nuestra casa, donde James aparca frente a la puerta. Sara se desabrocha el cinturón y se estira desde atrás para darle un breve beso en la mejilla.

-Gracias por la cena. Os dejo un momento para que os despidáis- dice mientras abre la puerta del coche y camina hacia la casa.

James me mira cuando nos quedamos solos y vuelvo a sentir esa tensión que estoy segura él también siente. Alarga una mano para colocarme un mechón de pelo detrás de la oreja. Es un acto muy tierno pero que no se corresponde con el fuego de su mirada. Sus dedos quedan suspendidos durante unos segundos detrás de mi oreja. Nuestras miradas no se separan en ningún momento. Es como si alguien hubiera conectado un cable uniendo ambas pupilas. Siento que se me seca la boca e, inconscientemente, paso la lengua por mis labios para humedecerlos. Un segundo después, nos estamos besando como locos. No sé cómo he conseguido desabrochar mi cinturón y saltar a su regazo sin darme cuenta. Es una postura muy incómoda, ya que me estoy clavando la palanca de cambios en la pierna derecha, pero no me importa. Seguimos besándonos salvajemente, yo con las manos en su pelo, en su cuello, en su nuca y las suyas en mis caderas, mi espalda, en mi culo. Estamos desesperados, hambrientos el uno por el otro. Nuestras manos recorren el cuerpo del otro y nuestras bocas se tientan, se degustan. Oigo el gruñido procedente de la garganta de James y poco a poco se va separando. Ambos estamos sin aliento, jadeando. Nuestras miradas aún no se han despegado.

-Nunca me había pasado esto –dice él entre resoplidos.

-A mi tampoco – Es cierto que nunca había sentido esta atracción tan grande por nadie. Con Javi, el sentimiento fue creciendo de la amistad al amor y, aunque me atraía mucho sexualmente, no se puede comparar con esto.

Siento el escrutinio de sus ojos sobre los míos. Sigue mirándome de esa forma que me hace pensar que quiere adentrarse en mi cerebro para conocer todos mis secretos y pensamientos. Apoya su frente sobre la mía, y ambos nos quedamos así hasta que conseguimos recuperar el aliento.

-Aún no te has ido y ya estoy deseando volver a verte mañana –dice, cuando nuestras respiraciones vuelven a ser normales. Su gesto es un poco triste, de frustración.  Yo sonrío. Es una sonrisa de idiota, estoy segura, pero me da lo mismo. Le doy un beso en la nariz y él me devuelve la sonrisa.

Por fin, tras dos años, estoy empezando a sentir algo por alguien de nuevo, y no recordaba que fuera así, tan intenso.

Me apetece invitarle a entrar, pero por otra parte pienso que prefiero esperar. El sexo es importante, y no quiero que lo nuestro sea un polvo de aquí te pillo aquí te mato. Así que si le gusto, tendrá que tener paciencia.

Ahora que estamos más tranquilos, puedo sentir cómo sus dedos dibujan círculos en la parte baja de mi espalda, cómo sus labios se posan en mi mejilla y cuello. Cómo su mirada me hace sentir la mujer más guapa del mundo. Es una cosa que me gusta de James. Siento que me desea, pero además, siento cierta adoración por su parte, lo cual solo hace que me derrita más por él.

-¿Quieres que os pase a recoger mañana? –me pregunta al mismo tiempo que baja la cabeza y comienza a darme besos y mordiscos por el cuello. Me cuesta mucho pensar ahora mismo, y tengo que levantar un poco el hombro y alejarlo para poder responderle.

-No te preocupes, iremos caminando. Estás aquí al lado –digo yo con una risita.

Él sonríe de vuelta y me aprieta en un abrazo. Mis manos siguen en su pelo. Lo tiene muy suave. Deslizo los dedos entre los largos mechones de la coronilla y los agarro suavemente.

Sus manos han ido subiendo por mis brazos, hacia mi cara. Con los pulgares recorre mis cejas, el puente de la nariz, mis mejillas. Desliza uno de ellos por mi labio inferior, haciendo que se me abra la boca ligeramente y se me escape un suspiro. Alarga los dedos hacia mi nuca, atrayendo mi cara hacia la suya y nos damos un último beso. Sus labios se posan sobre los míos, atrapando mi labio superior entre ellos y succionándolo ligeramente. Su lengua se desliza por mi labio inferior, entrando suavemente en mi boca. No soy capaz de resistir la tentación y capturo su labio inferior entre mis dientes, mordisqueándolo. Nuestras lenguas juguetean, pero de manera calmada. Degustándonos, memorizando el sabor del otro. Terminamos el beso con un suave toque y frota su nariz contra la mía.

Alargo el brazo para coger mi bolso del asiento del copiloto y me abre la puerta para dejarme salir.

-Muchas gracias por el día de hoy- digo yo apoyando una mano en la puerta del coche abierta. Agacho la cabeza y le doy otro beso.

-Gracias a ti por acompañarme –responde él con una sonrisa sensual.

-Hasta mañana- le devuelvo la sonrisa, ahora algo tímida y me doy la vuelta para entrar en casa. Cuando cierro la puerta me apoyo en ella y doy un gritito. Parezco Sara, toda emocionada por haber conocido a un chico.

Sara asoma la cabeza desde la cocina bebiendo un vaso de agua, y me sonríe con cariño.
-¿Quién se está enamorandoooo? –me pregunta ella feliz.

¿Enamorando? No, no, no, sólo me gusta. Y ¿A qué chica en su sano juicio no le gustaría? Por dios, solo hay que mirarle a la cara para caer rendida a sus pies, y encima es un encanto. Y besa que da miedo, y es atento, y…

-No me estoy enamorando, Sara-digo yo frunciendo el ceño. Ya me ha tenido que joder el momento.

Subo las escaleras pataleando, haciendo un ruido innecesario, toda enfurruñada por lo que ha dicho Sara. No puedo estar enamorándome. Por dios, pero si le acabo de conocer. Soy una absoluta masoquista.

Me quito la ropa y me pongo el pijama. Me hago un moño y me sujeto el pelo con una pinza. Voy dando gruñidos a cada paso que doy. Joder, es que no aprendo. Luego voy al baño para desmaquillarme y lavarme los dientes.

-Buenas noches- grito desde el pasillo, todavía enfadada con Sara por decirme esas cosas.
-Buenas noches, Albiii- me responde mi hermana, ignorante de mi cabreo.

Ya está. La he liado pero bien. Quizás no sea buena idea ir mañana a la fiesta… ¿Por qué no puedo controlar mis sentimientos y ser una persona normal que tiene rollos de una noche? Grrr, me gruño a mí misma.

Me meto en la cama e intento dejar de lado estos pensamientos, pero es imposible. Me suena el teléfono, es un mensaje de James.

Me lo he psado gnial esta noche J  Ers preciosa y me encantas. Ns vemos mñana. xx

Piensa que soy preciosa. Y encima me manda besos. Pongo un puchero. Ay, que lio tengo en la cabeza, madre mía. ¿Y ahora qué hago? Estoy segura de que para él solo es un rollete corto y si llega… y ¿Para mí? ¿Quién me va a curar luego el corazón roto?

Cuando me quiero dar cuenta ya llevo dando vueltas en la cama casi una hora, y aún no he podido dormir. Me obligo a mi misma a relajarme y a dejarlo pasar.

Mañana será otro día, mañana será otro día… a ver si el mantra de Sara me ayuda a dormirme.

2 comentarios:

  1. ¡Voy a leer la historia desde el principio! Tiene una pinta estupenda*-* Espero que subas pronto el cuarto capítulo...Ya que mis ganas de leerle serán inmensas aviso jiji
    ¡Un beso muy fuerte y felices lecturas navideñas!

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    Respuestas
    1. UOOO Tengo una sonrisa inmensa ahora mismo :D Muchísimas gracias!

      Espero que te guste de verdad :)

      Un besoo gigante y muchas gracias otra vez :):):)

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